Si necesitabas una señal para tener hijos, es esta. Si necesitabas un motivo para tener un coche familiar, que siempre habías visto con «ojirris», pero no acababas de decidirte, ha llegado. El BMW M3 CS Touring te está llamando. Aunque vivas solo. Aunque te llegue con un MINI para el día a día. El CS no necesita excusas: lo quieres y, si puedes, deberías tenerlo.

¿Por qué? Porque hay coches que cuando dejamos pasar, nos arrepentimos toda la vida. No a cada momento, pero sí de vez en cuando. Cuando ves pasar uno, cuando ves una foto antigua y rememoras lo mucho que te gustaba ese coche. Esto es algo que me pasa con el BMW M3 E46, cuando veo uno coupé, con las llantas de 19 y escucho ese sonido del 6 en línea me pregunto por qué no lo compré en su momento. Quizá debería hacerlo ahora, pero ese es otro tema.
Cuando ves este coche, te sobrecoge. Ves tantos detalles a simple vista, que sabes que va tener algo especial. Las formas, las llantas, el empaque de ser un CS…. Te pone nervioso, porque además parte de una base excepcionalmente bonita. El M3 Touring «normal» ha sido todo un acierto y las ventas así lo han reflejado, pero cuando le das una vuelta de tuerca a un modelo tan conseguido, ocurren cosas como este CS.

Las siglas CS se han tomado muy en serio en BMW. Hace unos años, el CSL era el no va más y los CS eran simplemente una versión M con algunos guiños deportivos adicionales. Ahora no es así, las variantes CS son un tsunami que te sobrepasa si no estás preparado. Por prestaciones, por acabados y, sobre todo, por puesta a punto.





















