Viajes como los de antes, tan cerca y tan lejos

Recuerdo los pueblos en el camino. Recuerdo los madrugones para viajar antes de que el sol saliera o muy tarde, viajando de noche, con la fresca. Recuerdo que atravesar España de Norte a Sur era un viaje de dos días. Recuerdo los bares de carretera, Casa Pachín, por poner un ejemplo. Recuerdo que adelantar un camión era un ejercicio de fé. Recuerdo que viajar era distinto. Y no, no tengo 100 años, no: nací en los años 80.

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Aunque parezca increíble, tenía autorización para estar ahí aparcado.

Sin embargo ha pasado un mundo desde aquella época en la que, prácticamente, se viajaba escuchando Radio Nacional y la música en casettes. Los coches han avanzado en prestaciones, comodidad y ergonomía; la tecnología en materia de seguridad es ya de otro planeta, los límites de velocidad… bueno, esos siguen igual. Pero el cambio fundamental, para mí, en nuestro modo de viajar son las autovías. La red de autovías y autopistas española ha supuesto un grandísimo avance en velocidad de viaje y seguridad, se puede viajar más rápido manteniendo la velocidad constante: no hay que hacer adelantamientos -entiéndase, diferentes a las vías de doble sentido- no hay curvas cerradas, no hay poblaciones y -en teoría- no hay peatones, animales o ciclistas. Todo comodidades pero algo se ha perdido en el camino.

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La noche anterior, todo a punto.

No pretendo hacer un artículo reivindicando que se ha perdido el encanto de conducir ya que no es así. El sistema actual de desplazamientos por carretera es infinitamente mejor que hace 30 años, aunque la configuración radial de nuestro sistema de autovías -para mí- deja mucho que desear e «incomunica», por comparación, muchas zonas de nuestro país. Pero esto -viéndolo desde el punto de vista turístico del conductor- es una buena noticia: tenemos el país lleno de carreteras nacionales y comarcales en completo desuso, buen estado y que pueden ser una magnífica experiencia. Por eso, aprovechando que tengo un coche de 1.987 (que no es precisamente representativo de lo que se movía por nuestras carreteras en los 80), en mis vacaciones de verano hice un viaje como los de antes: sin autovía.

Los que lo hayáis intentado sabréis que salir de Madrid sin usar una autovía es realmente complicado. Se puede, cierto, pero los rodeos que hay que dar muchas veces no merecen la pena. Aunque mi plan inicial era salir sobre las 8 de la mañana, por caprichos del destino, tuve que hacerlo alrededor de las 13h, lo que en un coche sin aire acondicionado a mediados de Agosto no es una opción propicia. Afortunadamente mi coche es blanco y tiene techo solar, lo que ayuda mucho a viajar sin sudar.

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El primer tramo, de Madrid a Tordesillas, comenzó por autovía aunque enseguida nos desviamos para tomar el Alto de los Leones y continuamos por la N-VI hasta pasado Adanero, donde se fusiona con la A6. Es una carretera con mucho tráfico debido al exageradamente caro precio del peaje de la AP-6, máxime cuando la alternativa es un puerto que a los vehículos pesados le complica mucho las cosas. Sin embargo, durante gran parte del trayecto cuenta con tres carriles y se puede viajar a buen ritmo.

Una vez que pasamos Tordesillas empieza, de verdad, el viaje a la antigua usanza. Vamos a atravesar Castilla-León por las provincias de Valladolid y León. Alejados de la autovía ya nos podemos olvidar de las rectas interminables y aburridas por las que discurre este tramo de la A6. Lejos de eso, con muchas zonas de recta, atravesamos pequeños pueblos por los que parece que estos últimos 30 años no han pasado, donde apenas 30 casas conviven con el terrorífico calor que hay en el exterior, que enseguida notamos cuando nos paramos,  y donde se abrigan contra el terrible frío que hay en invierno en la zona. Los terrenos marrones y segados se alteran con paisajes arbolados y encontramos -donde menos lo esperas- zonas de curvas. Pero esto no es una guía de viaje, lo realmente importante es que nos pasamos dos horas conduciendo, absortos ya que a cada rato hay algo que te llama la atención. Apenas hay tráfico, la policia brilla por su ausencia y no encuentro (en todo el viaje) ni un solo radar, curioso.

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A veces adelantamos algún coche, algún ciclista… nos cruzamos con gente que camina al borde de la carretera y que te mira con extrañeza, ¿quién es este? no es de la zona…, se nota que el tráfico de gente de fuera ha prácticamente desaparecido. Imagino que si entro en el bar del pueblo poco menos que me preguntarán si me he perdido (alguna vez nos ha pasado en alguna ruta de montaña).

Pasado León me dirijo hacia el Puerto de Pajares: claro objetivo de este viaje. Tenemos dos alternativas: una autopista con bonitas vistas al Embalse de los Barrios de Luna o la antigua carretera que, no hay color, te lleva de viaje al pasado, culminando el puerto a casi 1.400 metros de altitud. Durante toda la subida te acompañan las vías del tren, el río Bernesga (a contracorriente, claro) y los cambios de tiempo. Hemos pasado de los más de 30 grados en Tordesillas a los apenas 20º que había en La Robla, al principio del puerto. Como cabía esperar, a 15 de Agosto, hemos hecho un viaje soleado. Pero coronar Pajares no es sencillo, ni en Agosto, y llegamos a la Colegiata de Santa María de Arbas con lluvia y niebla cerrada. Atrás hemos dejado la parcheada carretera que pasa por la puerta de Casa Maragato y Restaurante Villa María, ilustres desconocidos de la Guía Michelín pero en los que seguro que nos darán bien de comer. Tal día como hoy, las temperaturas están por debajo de los cero grados y la nieve ya está presente un poco más arriba, en la estación de esquí.

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Ver desde el coche las nubes en la cumbre y saber que vas directo hacia ahí es un momento casi mágico. Una vez metido en el «meollo» ya no tanto pero te quedas soprendido de lo diferente que es hacer el mismo viaje dejando de lado los puertos. Para pasar un día es una experiencia maravillosa, para que sea un punto de paso habitual probablemente sea realmente desagradable. Y pensar que en los 80 no existía más que esta carretera para unir Asturias con la Meseta. Cruzarla en invierno tendría que ser difícil por la nieve pero atravesarla en verano, con su densa niebla, tampoco es ningún paseo. Y menos con los coches de aquella época. Mi «recreación» es muy light ya que, afortunadamente, mi 944 Turbo no adolece de la falta de potencia, ni frenos escasos, ni de los problemas de temperatura que un utilitario de la época sí presentaba.

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Un Porsche 944 Turbo costaba en 1.988, según Motor 16,  8.171.000 pesetas, mientras que por entre 1 y 3 millones de pesetas, aproximadamente, tenías a tu disposición coches como un Peugeot 205 GTI, un Renault 21 Turbo y el Seat más caro costaba 1.600.000 pesetas. Un Sierra Cosworth subía a los 4.690.800 pesetas y un BMW M3 se disparaba hasta las 7.251.000 pesetas. En la época, y más con sus faros retráctiles, debía ser poco más o menos que una nave espacial. Denostado durante muchos años por su dudosa imagen y por asociarse a versiones poco prestacionales (pero no menos buenas) como el 924 (duramente criticado por su motor Audi y sus escasos 125 cv) o el 944.  En un viaje así te das cuenta de lo excepcional que debió ser este coche en su época, con un confort de marcha perfectamente equiparable a coches actuales (aunque, inevitablemente, con más ruido interior y menos comodidades y automatismos), que permite unas velocidades de crucero que si pongo por escrito me meto en un lío (España ya no es la que era, en el mismo año 1.988 se publicaba aquella mítica prueba de la revista Automóvil y la revista Motociclismo en la que hacían una «carrera» entre Madrid y Barcelona comparando un Porsche 928 con una Kawasaki ZX-10 Tomcat).

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En autopista sigue siendo una bala pero en este viaje nos hemos alejado de ella: hemos vuelto a las curvas, a las empinadas rampas de los puertos, que ponen a prueba nuestro motor en la subida y nuestros frenos en la bajada. Y sigue en forma, vaya si sigue. Pero esta vez no hablo de coches, hablo de la experiencia de las carreteras, de olvidar las rectas interminables, casi planas, los peajes, los radares  (bueno, en parte), las caravanas, las áreas de descanso, la rutina, los que se quedan en el carril de la izquierda, el paisaje monótono.

Y coronado Pajares comienza la bajada. Sólo hay que dejar ir el coche porque las pendientes en la vertiente norte llegan al 17% y te das cuenta de la proeza que debía ser hace 30 años pasar por aquí de noche en invierno (ya no digamos en un camión) y entiendes por que a los lados en estas carreteras hay, o queda la huella de que hubo, muchas casas que daban habitaciones, cobijo para los que viajaban y se encontraban que ya no había manera de cruzar el puerto. Al día siguiente podrían hacerlo, pero no esa noche. De esto hace más tiempo, sí, pero sigue siendo la  misma carretera y la misma historia. He sudado al volante, me he tenido que poner el abrigo, he tenido que usar las luces a las 6 de la tarde en Agosto, he parado las veces que me ha apetecido y donde quería, he hecho fotos y guardado recuerdos. Por muchos motivos, este viaje no lo olvidaré nunca: ha sido bueno y malo (por motivos que no vienen al caso) a partes iguales pero realmente gratificante al volante. El resto de los 2.000 km que recorrí este verano fueron igualmente bonitos: Asturias, Galicia, vuelta por León, Zamora y Ávila… pero ya darían para otro capítulo. Y no hace falta un coche ochentero para disfrutar de la experiencia (aunque reconozco que un clásico ayuda mucho a la puesta en escena): basta con apagar el a/c, abrir las ventanillas y disfrutar de esas carreteras vacías, esa España -a veces olvidada- que tenemos al lado de nuestras casas.

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Ahora estamos entrando en el invierno (hoy hasta ha nevado en Madrid centro) pero hay días de invierno en los que, aunque fríos, brilla el sol. Quizá sea un buen momento para sacar el coche y hacer una ruta de fin de semana parando donde nos apetezca y con destino alguna casa con chimenea. Sacad los coches del garaje, que un poco de frío no os eche atrás (pero informaos bien del tiempo antes de salir). Y si el coche o el tiempo no se presta para ello pensad que la primavera está a la vuelta de la esquina y programad un viaje alejado de las aburridas, pero prácticas al fin y al cabo, autovías. A lo mejor os lleváis una sorpresa.

Yo, por mi parte, subiré este fin de semana con un Porsche 964 Turbo hasta el Cantábrico. Y si nieva… ¡que nieve!

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Este paisaje en Agosto, no me lo quiero imaginar en Diciembre.

NDLR: alguno me acusará, y con razón, de haber mezclado épocas y recuerdos propios con ajenos. Una licencia narrativa que me he tomado para involucrar en la lectura a más de un «mayor» que todo esto que yo recuerdo de niño le pudiera sonar demasiado moderno.

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29 comentarios en “Viajes como los de antes, tan cerca y tan lejos”

  • Javi

    28 de noviembre de 2013 a las 16:26

    Enhorabuena por el artículo. Precisamente hace 2 meses, en mi último viaje a Madrid desde Asturias, mientras íbamos por la N-VI para evitar el peaje, les comentaba a mis compañeros de viaje que si tuviese dinero me haría un viaje por toda España usando solo carreteras secundarias. Parando en un pueblo a comer, en otro a tomar un café, en otro a dormir, en otro a dar un paseo o a sentarme en la plaza a ver pasar el tiempo… Yo también soy de los que viajó de pequeño por carreteras nacionales atravesando pueblos, y aunque es verdad que las autopistas aportan muchísima comodidad y rapidez, a veces es mejor el viaje en si que el destino.

  • nachetetm

    28 de noviembre de 2013 a las 17:16

    El Alicante-Córdoba de cuando yo era un crío duraba más de 10h, y lo hacíamos en el 1430 de mi tío. Aquello iba hasta los topes, así que imaginad la velocidad de crucero. El tiempo disminuyó sensiblemente cuando se abrió la autovía de Madrid-Sevilla, y se quedó en los 5h30′ actuales que se tarda yendo por Murcia y Granada. Curiosamente, el número de kms no ha descendido, pero ahora se tarda la mitad. Y se tarda 5h30′ desde hace al menos 12 años, imaginaos lo que sería si los límites de velocidad se adecuaran a los coches modernos. Aun así, echo de menos ciertos pueblos y paisajes que pasaba cuando la ruta era diferente. Algún día debería hacer eso, revisitar las antiguas rutas que están en desuso y revivir los paisajes de mi infancia.

    Por cierto, hacer un viaje así en un 944 turbo sin AA me parece de valientes. Creo que sería interesante conocer qué coches se llevarían los lectores de 8000vueltas para hacer un viaje así. Yo, personalmente, creo que me llevaría un Toyota Gt86. Para viajes largos me quedo con los coches modernos (luces, climatización, ergonomía…), pero con «picante».

  • Sr. Lechuga

    28 de noviembre de 2013 a las 17:36

    Raras veces suelo comentar las entradas, aunque leo cada una de ellas con muchas ganas. Hoy habéis conseguido emocionarme, a mí todo esto me pilla lejos, yo soy de principios de los 90. Pero habéis hecho que recuerde los viajes de Sevilla a Valencia que para nuestra suerte era casi todo autovía. Salvo en La Mancha, allí la cosa cambiaba, unos 200km de carreteras secundarias si no me fallan los cálculos cruzando cada pueblo, detrás del último camión, el sol de cara al amanecer, el frío que corta cuando te bajas, las ventas de carretera, los bares de pueblo a pie de carretera…

    Hoy me quito el sombrero

  • Cecilio

    28 de noviembre de 2013 a las 17:47

    Chapeau!

  • nachetetm

    28 de noviembre de 2013 a las 17:48

    Sr. Lechuga, justo en ese tramo estaba pensando yo cuando escribía, creo que hablamos del mismo :-) ¿Pasaba por «El Jardín»?

  • Dario

    28 de noviembre de 2013 a las 17:49

    Buen articulo ; )

    Los que viajamos en moto asiduamente estamos acostumbrados a no pisar autopistas. De hecho es un verdadero placer subir y bajar al norte con las Nacionales que tenemos. Y en coche hay que hacerlo más.

    Puntualizar que el calor que se sufre en el interior de los coches cuando les da el sol aparcados, no depende del color exterior del mismo, si no del color interior. Esta demostrado que el calor se produce por el aumento de la temperatura de la tapicería al darle el sol y la «incapacidad» de que ese aire caliente circule. Por lo que realmente un coche «fresco» es aquel con la tapicería clara ; )

  • arribi

    28 de noviembre de 2013 a las 17:49

    yo también soy de los 80 (1989) y también he hecho viajes por carreteras nacionales. soy de Andoain (Gipuzkoa) y en verano solemos ir al pueblo (Plasencia, Cáceres) porque mi madre, mis tíos y abuela son de un pueblo cercano (Aldehuela del Jerte).

    recuerdo que de pequeño íbamos en el 1430 de mi tío (hasta que se compró un Orion en el 93) por carreteras que ahora me encantarían y que el viaje duraba muchísimo (no recuerdo la duración exacta, pero andaría por las 12h) y que me lo pasaba muy bien haciendo ese viaje. siempre parábamos en los mismos bares (tanto a la isa como a la vuelta) y los camareros nos recordaban a pesar de que solo nos veíamos una vez al año.

    cuando me saqué el carnet, mi tío me dió el Orion y un año o dos más tarde hice yo el viaje Andoain-Plasencia conduciendo. me trajo muchos recuerdos (hacía tiempo que no iba), sobre todo porque parte del viaje siempre lo hacemos por «la vieja» N1, con su único carril por sentido, cruzando pueblos y disfrutando del paisaje. recuerdo que me tocó adelantar un camión y me las vi y las deseé para hacerlo, teniendo que apagar el A/C y reducir a tercera. fue un viaje que tampoco olvidaré, porque supuso hacer el viaje conduciendo yo un coche que me había llevado muchísimas veces por esas mismas carreteras.

    ahora tengo un Clio RS (sigo conservando el Orion, que conducen mis hermanos) y hace poco hice un viaje al circuito Kotarr y en vez de meterme por la autopista decidí que lo mejor sería meterme por la N1 y así lo hice, siendo ese tramo el más bonito del viaje (además, me ahorré el peaje).

    resumiendo, un artículo muy bonito que me ha traído muchos recuerdos y que me ha confirmado que no soy el único «loco» que se sale de las autovías/autopistas al menos durante parte del viaje para disfrutar del mismo. creo que todos deberíamos hacer algo así de vez en cuando.

  • Jose

    28 de noviembre de 2013 a las 18:39

    También atravesaste la provincia de Segovia y Ávila.

  • Xule

    28 de noviembre de 2013 a las 18:40

    BRAVO!! de verdad que me ha gustado muchisimo la lectura, yo soy del 84 y recuerdo tambien con mucho cariño cuando viajabamos al pueblo de mi padre, Madrid – Badajoz en un Simca 1200 y unas 4 horas de viaje, por un momento me he remontado a aquella epoca que guardaba en el recuerdo…

  • nx

    28 de noviembre de 2013 a las 20:33

    Hace una par de semanas ya nevó bastante por la autopista, asique no me quiero imaginar como estaba el puerto… A mi me encanta ir en verano/primareva por Pajares, lo malo es cuando pillas un camión bajando…

  • Sergio Blasco Rojas

    28 de noviembre de 2013 a las 20:53

    Que sensacion mas magica. Hasta en vacaciones con el coche lleno me tomado la libertad de alejarme unos kilomeotros por carreteras perdidas, sin importarme gastar un poco mas porque lo disfruto mucho.

    Un articulo muy evocador, enhorabuena.

  • Sergio

    29 de noviembre de 2013 a las 04:04

    No lo pasaba yo mal de crío, «ni ná», en los Ford Fiesta 0.9 de 1984 y Escort Mk VI 1.3 a carbus de 1992 de mi padre, al adelantar a los «trailers» cuando nos ibamos de vacas en verano… Salíamos a las 4.00 de la mañana, con la fresca, ya que, por supuesto el AA ni existía, y menos con 40 y 63 cv respectivamente. Siempre he dicho que la potencia no sobra, cuanto más mejor, pero si falta… si falta pasas miedo. En fin, a mis 35 añitos, con un zarrio ochentero, bajito, ligero y rabioso, este tipo de carreteras son las que más me gusta usar. Que pasas calor en verano? y la sonrisa que se te queda al bajar… eso sí, con la espalda y respaldo empapados. En invierno es otra cosa. Recuerdo una concentración Alfista (mi coche es un Sprint 1.5 QV Zender de 1987) celebrada en Marugán el pasado junio, en la cual disfruté como un enano gozando de la antigua N VI.

    Buen y evocativo artículo.

    Un saludo!

  • ramón

    29 de noviembre de 2013 a las 11:36

    Nada de eso, yo, mayor, considero que este relato lo que hace es colocar a tu buen Porsche en el ecenario que es suyo, con el decorado que le corresponde.
    Claro que su versatilidad le permite al Porsche, y a su dueño, cambiar de escenerio y de decorado ofreciendo siempre plena funcionalidad.
    ¡ Qué no sea el último viaje !

  • Staff

    Jorge Azcoitia

    29 de noviembre de 2013 a las 12:34

    Muy bueno, Delarosa. Mucha nostalgia sana al leer este artículo. Me ha traído muchos recuerdos.

    Yo también soy de los 80 y también he viajado por carreteras secundarias para ir a puntos del norte de España, incluso después de que las autovías fueran comunes, pero ya hace muchos años que no las piso.

    Habrá que hacer un viaje así en cuanto empiece la primavera. ;)

  • Héctor

    29 de noviembre de 2013 a las 14:50

    Que gran artículo!!tuve la suerte de pasar por pajares también en pleno verano, primera semana de Agosto, hace un par de años. Menuda niebla había, no se veía nada y hacía un frío que pelaba!
    La verdad que ir por carreteras secundarias disfrutando del paisaje es una maravilla.

    Enhorabuena por este gran blog!!me encanta leeros.

    Un saludo!

  • Staff

    Lasheras

    29 de noviembre de 2013 a las 15:10

    ¡Qué buen relato! Yo, ochentero también, disfruto como un enano de cada viaje que hago.

    Uno de los que más me gusta es Logroño – Madrid, que hago con cierta asiduidad y en el que piso la autovía lo estricto y necesario. El resto del tiempo es un paseo – más o menos rápido – por preciosas carreteras nacionales o comarcales, con buenos asfaltos, curvas de todo tipo y preciosos paisajes en los que cruzarse con algún coche es algo excepcional. Incluso recuerdo en una ocasión en la que me eché a un lado de la carretera para descansar y admirar el paisaje y otro coche al verme se paró por si necesitaba algo (!). Qué tiempos aquellos.

    P.D: ¡qué bonito el 944!

    Salu2

  • Javi

    29 de noviembre de 2013 a las 23:30

    Del 86 y con nostalgia como todos recuerdo esos viajes. En mi caso era a Mazarron (Mucia), pasando por la carretera de Ocaña, Hellin, Honrrubia Etc… con un Simca 1200 dorado. Algo que falta por destacar en esta maravillosa entrada es mencionar los aditivos que vendian en gasolineras para enriquecer el carburante. Recuerdo que al salir de viaje a las «frescas» 5 de la mañana mi padre paraba en la gasolinera y le echaba un botecito que compraba y que le permitia algun caballo extra para poder afrontar los adelantamientos con los 5 de la familia y el maletero hasta arriba.
    Con la compra de otro coche no hacia falta enriquecerlo, se trataba del mismo coche de Sergio, ese «pepino» de 105cv y 920kg de puro nervio. El Alfa Romeo Sprint 1.5QV Rojo cereza, el cual meter la 3ª para adelantar era como despertar a la mala bestia que no escondia nunca y mostraba el sonido rabioso de sus carburadores dobles y motor boxer… Me estoy excitando.. xD

  • amancio

    30 de noviembre de 2013 a las 01:04

    Gracias ante todo.
    Yo, aun setentero, caigo facilmente en lo evocador de este articulo. De hecho escucho muchas veces con envidia las historias de carretera de quien ya conducia por entonces, o antes incluso (aunque no siempe se relatan con nostalgia precisamente).
    El que no haya probado a arrancar olvidandose del origen y sin tener un destino claro no sabe lo que se pierde. Es una sensacion fantastica hoy en dia el no saber donde estas, perdido. El mundo vuelve a ser grande y te mueves por el km a km. Ahi es donde disfrutas un coche, el que sea.

    Por trabajo me muevo bastante por estas carreteras. Es distinta la mentalidad y entiendo que a la larga prefieres un coche relativamente comodo, pero no siendo en el dia tras dia, tras dia y tras dia, para mi siempre un coche de los de antes mejor que uno moderno en el que parece que te olvidas de cada metro que recorres segun los vas pasando. Solo te desplazan. ¿Ergonomia y climatizador? Pues mucho mejor chaqueta o manga corta en ventanilla, y cuando veas, a estirar las piernas. Precisamente, antes se media en dias, mañanas, tardes. Actualmente se hace en horas, aunque sean 24, ¡¡demencial!!

  • Pablo

    30 de noviembre de 2013 a las 09:55

    Gracias por el reportaje, se lo he remitido a mi mujer porque hemos hecho eso mismo el año pasado!! Dejar de lado las autopistas para cruzar media España.
    ¿Habría forma de poder hablar contigo sobre el 944? Tengo unas dudas que me gustaría contrastar contigo…si puedes escríbeme al mail.
    Gracias y muy buen trabajo!!

  • josemi

    2 de diciembre de 2013 a las 00:24

    Voy a menudo por las carrereras secundarias de esa zona de valladolid. Son como comentas, largas rectas de kilometros con algunas zonas cortas de curvas que se presentan de improviso y pueden ser muy cerradas. Es una consecuencia de la geografia, una sucesion de rios que cortan paramos llanos.

    Como comentas, no hay ni Carracuca. Si querias una experiencia mas autentica, tenias que haberte metido desde la A6 directamente a Valladolid, es una carretera de doble sentido con mucho trafico. Luego podias atravesar Valladolid y haber continuado por otra carretera convencional bastante poblada a veces hasta Leon.

    Pero tampoco seria muy real, por que las carreteras son mucho mejores, aun las convencionales. Yo recuerdo que en esa epoca, quizas mas ya en los 70, lo normal es que las carreteras nacionales (no digamos ya las secundarias) eran muy estrechas y estuvieran rodeadas de una fila de arboles a cada lado.

    Pero una cosa que ya no te puedes encontrar y era de las que hacia la experiencia mas horrible era el atravesar ciudades en las condiciones que se atravesaba entonces. Ya no solo Madrid, que estaba ahi medio como el jueves y hacia muy dificil viajar entre el norte y el sur de España. Tambien te podias pasar muchas horas atravesando el barrio de Gamonal en Burgos, donde se juntaba la carretera de Portugal y la N-1 y se formaba un pifostio terrible. En toda la geografia habia unos cuantos sitios miticos. Aparte de eso, muchos pueblos solo permitian el paso de 1 coche por sentido, con lo cual era una sucesion de semaforos, o los famosos puentes romanos, que pasaba lo mismo.

    En cuanto al coche, como comentas no es nada representativo de lo que habia en españa en el 87. Yo recuerdo un primo que se compro un Ford Orion de 105 CV y eso era un superpepino. Tengo la impresion de que el colmo de la potencia en aquella epoca era el Golf GTI 16v que hacia 139 cv, o el mitico Kadett GSI, que llegaba hasta los 150. Por supuesto, habia coches mas potentes, pero eran mas bien miticos como el unicornio.

  • Jen Olalde

    2 de diciembre de 2013 a las 11:41

    ¡Muy buen artículo! No entiendo mucho de coches, ya lo verás, pero haces un buen trabajo mezclando motor con sensaciones, de verdad. Me lo he pasado en grande leyéndote.

    Gracias

  • Sr. Lechuga

    2 de diciembre de 2013 a las 12:37

    nachetetm que va, por el tramo de «jardín» yo no he llegado a pasar o no lo recuerdo. Pero siempre he escuchado a mis padres hablar de esa carretera «muchas curvas, todos mareados». Las veces que recuerdo el camino era Manzanares, Argamasilla de Alba, Tomelloso, Villarobledo, San Clemente… Así hasta Graja de Iniesta donde ya nos incorporábamos a la A-3.

    En febrero subí a Valencia yo sólo en mi coche por primera vez (siempre había llevado compañía) y había obras en el viaducto de contreras así que nos desviaron por la N-3… Sin palabras, fue incorporarme ver las cuestas, los túneles, las curvas, reducir una marcha y fuera camiones y coches, lo mejor del viaje.

    Qué entrada…

  • Nelson

    3 de diciembre de 2013 a las 13:08

    Y eso que te quedas en la carretera mas «comercial» de las que tenemos en Asturias,si te llegas a meter en meollo no te hubiera prestao ni ná.Muy buen articulo,enhorabuena.

    PD: Pensaba que era el unico que acababa Pajares con el asiento y la espalda empapados,esta bien saberlo ¡¡

  • Sergio

    3 de diciembre de 2013 a las 18:24

    Yo me hice el viernes pasado la ruta de Pajares, pero al contrario, con un Polo GTI de los nuevos. Y si te pareció una belleza en Agosto, a finales de Noviembre, con todo nevado… No hay palabras.
    Afortunadamente, en el mismo puerto hay un montón de quitanieves y la carretera estaba limpia, pero a los lados, más de un metro de nieve.

    Yo siempre que voy a Asturias y no voy mal de tiempo, subo por Pajares.

  • Sr.Espada

    3 de diciembre de 2013 a las 21:41

    Y si bien no solo por nostalgia , también es posible por sana y sencilla curiosidad. Por el afán de (re)descubrir lo que nos es propio en el uso del automóvil: la libertad y la afirmación del individuo que no conoce ya de fronteras en la tierra.

    Viajar es aprender, es conocer: «caminante se hace camino al andar´´. Huir de todo para, encontrarte con todo lo que te rodea y anda esperando que lo disfrutes (solo o en compañía apropiada).

    Y si bien el viaje no es un medio sino un fin en sí mismo , el compañero de viaje también debe serlo para darle la dignidad que se merece.

    Ahora que el Marketing tanto se empeña en enseñarnos lo que puede hacernos sentir un coche, muchas gracias por traernos de vuelta los valores del automovilismo (clásico o moderno).

    Encantado de saludarles.

  • Jandro

    1 de febrero de 2014 a las 18:08

    Cuántas veces habré pasado por Pajares, con mi humilde clio, y lo que he disfrutado haciéndole chirriar en cada curva subiendo y bajando. Pararme a comer el bocadillo con unas vistas inmejorables y seguir…este verano pienso volver a hacerlo!

  • Sopli

    2 de febrero de 2014 a las 20:43

    Enorme tu experiencia,las fotos y el relato tan ameno.Hace 5 o 6 años yo tambien arranqué mi ex-BMW 323i E21 y puse rumbo a Asturias metiendome por todas las carreteras secundarias que me apetecieron.Tiempo tenia de sobra;ganas,pues mas todavia;y es verdad que meterse en un coche entrado en años y disponer un viaje asi te hace abstraerte del tiempo,las prisas,la velocidad y demas comodidades de las que hacen gala los coches actuales.Por supuesto,dejé el navegador en casa y en el asiento derecho reposaba la guia de carreteras y la camara de fotos que era lo unico que necesitaba para disfrutar del viaje.Enhorabuena por ese 944;un viaje asi en ese coche (o en el 964 Turbo),seria uno de mis sueños.Un saludo.

  • Autor Staff

    delarosa

    3 de febrero de 2014 a las 10:14

    Gracias por todos los comentarios.

    Me alegro de que haya gustado tanto el artículo porque sólo trata de transmitir la experiencia de un viaje que disfruté mucho; ni habla de coches, ni de prestaciones, ni de velocidad, habla solamente del viaje y de lo que viví en esos días con mi querido 944 Turbo.

    Es un coche redondo, que cada vez disfruto más. Durante este mes de Enero lo he podido disfrutar un par de veces, incluso sin techo, y no deja de maravillarme lo bien que va y lo divertido que es, con sus casi 27 años encima.

    Saludos

  • Prueba Audi RS 7 Performance, turbo viaje a Asturias – 8000vueltas.com

    6 de octubre de 2017 a las 12:21

    […] además iba a revivir otro gran viaje: el que hice con mi querido Porsche 944 Turbo, un viaje por carreteras nacionales que me hizo revivir sensaciones perdidas desde la infancia. El primero de muchos viajes en los que […]

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