Hace una semana recibí noticias de que algo especial iba a requerir mi atención durante el fin de semana del 26 y 27 de septiembre, una de esas cosas que hay que ver al menos una vez en la vida. La Coppa Shell y el Trofeo Pirelli de las Ferrari Challenge Series recalaban en el Circuito de Cheste para celebrar la séptima prueba del calendario. Si ya de por sí es un evento digno de ver, no llega al nivel de espectacularidad de los FXX y los monoplazas del programa F1 Clienti que los acompañaban. Partimos hacia Cheste sabiendo que iba a ser un gran fin de semana.

La entrada al recinto era gratuita, así que no había excusa para perdérselo. Nos situamos en las gradas de final de recta para ver los primeros entrenamientos libres de la Coppa Shell, que nos dejan muy buen sabor de boca, puesto que el nivel de los pilotos punteros es muy alto y la rivalidad entre ellos también. Al fondo, en los boxes, divisábamos varias siluetas rojas que llamaban poderosamente nuestra atención. Decidimos dirigirnos al paddock, previo pago de 15 euros. Las dudas que teníamos sobre el precio se disipaban según nos íbamos acercando. El ambiente de carreras lo inundaba todo: carritos repletos de juegos de llantas y neumáticos, motorhomes que no tenían nada que envidiar a las de la categoría reina, gasolina de alto octanaje, etc.

Y es que cuando nada más entrar te encuentras esto sabes que las cosas irán bien.

Poco a poco nos fuimos introduciendo hasta la médula en el universo Ferrari. Entramos sin mayor problema en los boxes donde la marca del cavallino guardaba su tesoro más preciado no sólo por su elevado coste, sino además por su valor histórico, ya que son los mismos vehículos con que Schumacher, Barrichelo, Alesi, Berger y demás obtuvieron sus títulos de campeones mundiales (excepto alguna unidad que era coche de pruebas). Además, este evento cuenta con el atractivo de poder ver monoplazas de épocas muy diferentes reunidos en un mismo garaje y corriendo en la misma pista. Es curioso admirar de cerca la evolución desde el veterano F1/87 hasta el novísimo F2008. La diferencia de tamaño a lo largo de los años es abismal y de cantidad de apéndices aerodinámicos, exponencial.

Con los F1 recibiendo los últimos preparativos para salir a rodar, un estruendo glorioso nos sobresalta. Se han abierto las puertas del infierno unos boxes más allá y seis jinetes del apocalipsis aúllan con un bramido ensordecedor. Y simplemente están calentando motores. Cruzamos las “oficinas” de los ingenieros y tras una barrera de neumáticos nos encontramos con el arma para trackdays definitiva. Media docena de FXX reciben atenciones por parte de los ingenieros de la Scuderia, adaptando las especificaciones de cada uno a los deseos de su afortunado propietario. Lo que estos vehículos transmiten en persona es difícil de describir con palabras. Su presencia es imponente e intimidante, destila velocidad por cada uno de sus poros y su sonido es simplemente de otro mundo. Los ingenieros protegían sus oídos con tapones, los aficionados dejábamos que el sonido nos marcara los tímpanos de por vida.

Apabullados por lo que habíamos visto y oído, subimos a las gradas para disfrutar de estas joyas en movimiento. Los F1 salen a pista, divididos en dos grupos. Algún “piloto” se calienta antes de tiempo y se producen varias salidas. Aunque se paguen auténticas barbaridades por éstos coches, y el tiempo en pista sea relativamente escaso en relación al coste, el fin último del programa Corse Clienti es disfrutar de la experiencia de la competición. Y eso los “pilotos” lo tienen muy claro, no tienen ningún reparo en exprimir sus máquinas, así que el espectáculo está asegurado.

Tras dos jornadas increíbles, volvemos a casa con cierta pena por la escasez de público asistente. Quizá la organización quería preservar la comodidad de los poderosos clientes de Ferrari y se midió mucho la publicidad del evento. Pero no todo está perdido, aún hay otra oportunidad de ver algo aún mejor. Del 12 al 15 de noviembre la Scuderia celebrará en Cheste las Finales Mundiales, añadiendo a lo visto este fin de semana la Challenge de clásicos y alguna sorpresa más. Todo buen aficionado tiene ya la fecha marcada en el calendario. Allí nos vemos.

Extra lap:

Con buen criterio se habilitó un parking para vehículos “especiales” que era un auténtico escaparate de obras de arte: