Tú, que has estado este fin de semana haciendo chapuzas en tu coche. Tú, que lo limpias con bayeta de microfibra porque los rodillos te lo rayan. Tú, que, sin saber muy bien cómo, tienes 2 juegos de llantas en el garaje (uno con semis). Tú, que te sabes las relaciones de compresión de todos los deportivos de los últimos 15 años y que sabes cuánto tardan en recorrer 1.000 metros desde parado. Tú, amigo mío, eres un friki, un friki de los coches. Cada uno de un modo diferente, probablemente, pero es lo que hay.

Pero es una buena noticia: no sé explicar muy bien por qué, pero es algo bueno. Ser friki quizá no esté de moda pero a mí me inspira un profundo respeto cualquier persona que desarrolle un interés por una afición. Porque la nuestra es una afición complicada, cara y complicada. ¿Cómo le explicas a alguien que tú te levantas muy temprano para ir a carreteras «de las malas» y conducir un coche incómodo, ruidoso y, en muchos casos, sin radio siquiera? No lo entiende (y es normal) porque para la mayoría de la gente conducir es una obligación equiparable a planchar o poner la lavadora, aunque es entendible ya que los coches de la mayoría de la gente son electrodomésticos, y de los feos.

Irónicamente esos electrodomésticos son, en muchos casos, más caros que tu coche; pero la gente te ve con un deportivo potente y piensa que te gastas una pasta en el coche y que es una locura o un capricho, y no tienen razón: ¡ellos se gastan más! Cada día que pasa ellos pierden dinero porque una de las maneras de perder más dinero en un coche es viendo cómo se deprecia. Y, si quieres depreciación, lo mejor es comprar un coche nuevo, a ser posible un coche caro, insulso y sin personalidad en absoluto.

Si tu pasión son los coches no te preocupes si gastas dinero en ellos: ir a ver una carrera, ponerle unos buenos neumáticos a tu coche o hacer un trackday, ¡sólo se vive una vez!. La gente se gasta barbaridades en ir a conciertos donde hacen playback, viajes a sitios donde acaban yendo de compras a las mismas cadenas de tiendas que hay aquí o se gastan un dineral en bicicletas. ¿Bicicletas? Sí, en serio, bicicletas. Pues hacen bien, ¡pero que no te digan a ti lo que tienes que hacer!. O dicho de otro modo: «es que ese coche no es práctico», «los coupés son incómodos» o «los deportivos consumen mucho». Señora, ¿a usted qué le importa?. Pues eso.

Tú sales por la mañana, en tu flamante deportivo. Los vecinos te escuchan salir, seguro que no tienes buena fama, en cada badén metes primera y los baches se amontonan en tu espalda. Eso no es vida, o sí. Cuando las carreteras se retuercen y no hay nadie más que tú en varios kilómetros a la redonda el placer que sientes seguramente sea algo inenarrable. Y es importante, mucho, sentir algo así.

Pero cuando estás de vuelta en la civilización, entre los semáforos, tienes un coche incómodo y poco práctico. Igual ni aire acondicionado tiene y ya va llegando el calor (algunos no tenemos ni calefacción tampoco). Aunque eso da igual: si no se sufre un poquito no se puede disfrutar, la vida son contrastes. Y con los coches se sufre mucho: cada vez que aparece un ruido nuevo, cuando toca pasar la ITV, cuando no dan las cuentas porque aumenta la familia… y problemas más mundanos como que en los circuitos hace mucho calor, mucho frío o te empapas cuando llueve.

Los aficionados al motor somos, por lo general, incomprendidos. Cuando viajamos a países lejanos como Francia o Portugal (ya no digo UK o Alemania) nos quedamos maravillados con el nivel de cultura automovilística que hay en cualquier sitio fuera de nuestras fronteras. El motivo es sencillo, en toda Europa ha habido un parque automovilístico amplio mientras que en España durante varias décadas nos tuvimos que conformar con los automóviles de fabricación nacional: SEAT, Renault, Citröen, Ford… en esos años tener un BMW,  un Lotus o un Porsche eran un sueño lejano. Quizá por ello, y por nuestro intrínseco carácter español muy dado a despreciar lo que no conocemos, nuestra afición sea incomprendida por la mayoría y desaprobada por muchos.

La gente de a pie asocia los coches deportivos a la ostentación, gran error. Sólo los deportivos caros pueden usarse como herramienta de exhibición de ego. Los normales, los baratos, los «viejos» (en España un coche de 8 años y 100.000km es más que viejo, pareciera que sólo vale para la chatarra) no valen para esos alardes. Afortunadamente valen para ser conducidos y algunos con excelentes resultados. Y ese es un punto importante de los coches: están hechos para ser conducidos. Por ese motivo a los que nos gustan los coches nos gusta también conducir.

A mí me gusta conducir pero me gustan aun más los coches: puedo admirarlos en persona, en fotos, en maquetas, leyendo y aprendiendo sobre ellos o en el garaje (y sobre todo conversando sobre coches con amantes del motor, eso SÍ es DISFRUTAR). La verdad es que creo que pocas personas dedican tanto tiempo a los coches, se podría decir que me gustan MUCHO los coches. Pero también me gusta conducir: me gusta salir por la sierra con conducción alegre, me gusta tomar curvas, hago algún trackday todos los años, voy al Ring y ruedo siempre que puedo… aunque si lo pienso objetivamente hay gente a la que conducir le gusta más. Le da igual el qué, no necesita grandes coches pero le gusta ir al límite del coche, sacarle hasta el último caballo y rascar el último centímetro de piano. ¿Soy de esos? Pues la verdad es que no, aun me queda margen de aprendizaje.

Para mí el automóvil es mucho más que eso: es progreso, es ingeniería, es arte, es parte imprescindible de nuestra historia moderna y, sin miedo a exagerar, puedo decir que es cultura.

Lamentablemente la opinión pública, muy hipócrita normalmente, no quiere al automóvil: contamina, muere gente en ellos, atasca las ciudades… irónicamente se olvida de las vidas que salva, de los puestos de trabajo que genera y de como ha cambiado nuestra vida. Pero yo me voy más a lo banal, a los coches que no sirven para nada: esos también merecen ser respetados.

Da igual que no lo hagan, que nos atraquen con impuestos (IVA, de circulación, en los carburantes, por aparcar, por correr, por pasar la ITV), o que alguna vez nos lo rayen en el garaje. Que les zurzan, no van a poder conmigo: voy a seguir disfrutándolos toda la vida y, mientras pueda, tendré al menos un deportivo en mi garaje. Políticamente incorrecto a ser posible, que haga ruido y que sea susceptible de ser multado por llevar peligrosas modificaciones como frenos más eficaces o mejores suspensiones, me da igual: hay que disfrutar, que no nos quiten algo tan bueno.

Al final todo se resumen en una frase que me dijo un amigo una vez: «que envidia me da que tengas algo que te guste tanto. Algo que te guste más que cualquier otra cosa en el mundo.» Y es cierto, muy poca gente lo tiene, bendita afición.

Extra Lap

Test para comprobar si eres un friki de los coches

• Paso 1: ver este vídeo, con el volumen al máximo

• Paso 2: comprobar pulsaciones. Si no se han acelerado no estás infectado. puedes abandonar 8000vueltas sin hacer ruido.