Un fin de semana en Londres

“Sí, pues como te iba diciendo…” Esta coletilla ha sido la más repetida a lo largo de nuestro intenso fin de semana en Londres. El motivo no era otro que las continuas interrupciones de sonidos o imágenes que se te graban a fuego en el fondo de nuestra masa gris. No me refiero, como os podréis imaginar, a otra cosa que no sean los coches que por allí circulan.

Desconozco si desde su fundación aproximadamente en el 43 d.C. por los romanos, la situación ha sido la misma. Me encantaría imaginarme una Londinium en la que las cuadrigas son las protagonistas absolutas del adoquinado. Algunas decoradas con sedas traídas de la antigua Persia, otras tiradas por 16 caballos venidos desde la mismísima Arabia e incluso algunas sobre ruedas de madera de 21 pulgadas.

¿Cuál sería el equivalente a esto en la época de nuestro Señor Jesucristo?. Por cierto, es uno de los EB110 ensamblados por Dauer. El alerón trasero es distinto además del color; sólo se vendió de modo original en azul, plata o amarillo. Además,  justo esta unidad estuvo a la venta en 2002 en Londres. 

Bromas aparte, y sin haber investigado demasiado en el tema, tengo entendido que la normativa fiscal ha facilitado la presencia de numerosos archimillonarios venidos de todo el mundo; para lo bueno y lo malo. En nuestro caso, y solo en esta ocasión, es algo por lo que estamos tremendamente agradecidos; parece que los superdeportivos y coches de ultra lujo los regalan con el McMenú.

 Vídeo estándar de las calles de Londres

Aparte de esta bacanal de coches que podemos ver en la calle, y de la que todo el mundo está al corriente por los innumerables videos que pueblan la red, lo cierto es que teníamos otros planes para ese fin de semana. Empezaremos en orden cronológico, aunque, curiosamente, coincide con lo que para mí fue la estrella del viaje: la visita y entrevista a Max Girardo (podéis leer el artículo completo, publicado la semana pasada, aquí). Con lo que vimos ese viernes, más una breve visita a la tienda de Kahn Design en el barrio de Chelsea, teníamos rellena la barra de “Necesidades automovilísticas”.

Discreto a la par que humilde = Kahn Design

Para el sábado, y tras el paseo matutino con las respectivas compras, tuvimos el honor de meternos entre pecho y espalda una buena Burger en Byron junto al ingeniero de McLaren Racing F1, Borja Ballester. A pesar de llevar un tiempo hablando con él vía telefónica, esta era la primera vez que le ponía cara. A todo esto, mencionar que todo el tiempo fui con mi compañero de andanzas y Máster, Nico Piantoni, un reputado ingeniero de pista del Turismo Carretera argentino. Tras las típicas preguntas acerca de su trabajo en McLaren y sus preferencias personales sobre el mundo de la competición, nos dirigimos a nuestra próxima estación: La subasta de Bond Street de la mano de Bonhams.

Antes de ir pedí unas invitaciones pero nos confirmaron que la entrada era gratuita y abierta a todo el mundo. Sin embargo, una vez te plantas en la puerta de Bonhams, en pleno centro londinense, rodeado de tiendas de lujo y con una puerta imponente que antecede a un pasillo impoluto sin final aparente, tus piernas tiemblan. Incluso aunque, como un servidor, estés acostumbrado a «echarle mucho morro a las cosas», es normal que no te decidas a entrar aunque sepas que todo está bajo control.

Una vez en el interior del edificio, lo primero que vemos son todos los coches que van a ser subastados, algo que, tras pasar por Girardo, lo veíamos como algo casi normal. Nada más lejos de la realidad, si en cualquier otro sitio del mundo ves un aparato de esos, lo normal es que, hablando en plata, se te caigan los pantalones al suelo. Jaguar XJR6 de Grupo C, Ferrari 500 Superfast Series II o un Lister-Jaguar “Knobbly” de 1959 eran algunos de los mejores ejemplares que se disponían a cambiar de manos. Eso era lo que teníamos en la planta baja mientras que el mercadeo se producía en la segunda.

“¡Ping!”. Tras el típico sonido que anuncia la llegada del ascensor a su destino final los tres protagonistas dimos nuestro primer paso sobre el intachable mármol cuando una bella señorita nos indica con gesto amable: ¿Champagne?

Champán en una mano, catálogo en la contraria y gesto de autosuficiencia nos hacían parecer un verdadero pujante de obras de arte (con un precio medio de medio millón de libras por lote). Bueno, eso es lo que queríamos pensar. A pesar de ir decentemente vestidos, nos encontrábamos a años luz de los trajes italianos, los pañuelos en el bolsillo de la pechera y los brillantes Rolex en la muñeca. Eso sí, ¡qué zapatos más feos lleva esta gente!, debe ser la moda. Para mí siempre son un símbolo inequívoco de clase, pero en estos lares no parece que lo sigan a rajatabla. Tras ver unos cuantos números mareantes sobre el proyector siendo modificados a golpe de mazo sobre el atril, era momento de evacuar la sala antes de que la segunda copa de champán empezase a hacer su efecto. Sí, nuestro protagonista del día anterior, Max Girardo, se encontraba en la sala y obviamente teníamos que saludar de nuevo.

Si tienes el honor de compartir un día junto a un ingeniero de McLaren, ¿qué mejor sitio que dirigirte al concesionario de la marca inglesa en Londres? Sé que la parte de Racing (F1) está segregada de la parte de Automotive (coches de calle) pero qué más da, total, todo son aparatos infernales salidos de las entrañas de Woking.

Tras un largo y reconfortante paseo por Hyde Park, llegamos al cotizado escaparate. Lo primero que tus ojos ven, muchos metros antes de llegar, son la amorfa y poco agraciada silueta en tonos grises que destaca sobre los estilizados y coloridos modelos del concesionario. Se trata ni más ni menos que del McLaren Senna, bestia furibunda donde las haya.

El McLaren Senna y un «viejo conocido» que también aparece en la foto

Llegamos con la ilusión de un niño pequeño pero lo cierto es que el establecimiento se encontraba cerrado, aunque un último cliente estaba teniendo una oportunidad de degustar todo el plantel de la tienda. Para nuestra sorpresa era nuestro querido amigo Max Girardo, de nuevo, tercera vez en el fin de semana que nos los encontrábamos.

Los tres amigos esperamos pacientemente durante unos minutos hasta que se decidió a abandonar la tienda, en ese momento le espeté que si me estaba persiguiendo, oportunidad de mofa y chanza que no quería dejar escapar. Prácticamente al mismo instante, cuando el encargado del concesionario se disponía a cerrar con llave, le hice saber que uno de mis acompañantes trabajaba para la misma compañía que él. Aunque reacio y escéptico en un primer momento, accedió a dejarnos acceder al local ante la atónita mirada del resto de curiosos que se agolpaban sobre un ya de por sí babeado cristal. Ya os he dicho que estoy acostumbrado a echarle cara al asunto.

A pesar de que fue una visita de unos pocos minutos, tuvimos la ocasión de observar de cerca los detalles de una marca, a mi parecer, fascinante. Agradecer por cierto al responsable, David Richmond, su dedicación en ese breve periodo de tiempo que duró la visita.

Por ese día teníamos suficiente. Conocer a un ingeniero que trabaja en la Formula 1, sostener una copa de champán en una subasta del más alto nivel y visitar de modo privado uno de los concesionarios por excelencia de Londres es un plan que hace que no quieras ver más coches durante una temporada… salvo que seas un enfermo del motor insaciable como nosotros. Tras despedir a Borja, volvimos a casa dando un paseo tranquilamente, disfrutando de las imágenes que la ciudad brinda.

El domingo pintaba más relajado; paseos matinales, unas compras por Sloan Square y un menú inglés contundente harían las delicias de cualquier jubilado. Hay que precisar que tras haber andado más de 35 km en dos días, Nico y yo perfectamente podríamos pasar por miembros de ese denostado grupo demográfico.

Había un último plan que rondaba nuestros pensamientos, pero la hora del mismo y la dificultad logística ponían límites a la pasión. Al fin y al cabo, debíamos llegar a una hora prudente a nuestro hogar en Cranfield y el viaje total era de más de una hora desde el centro de Londres. Asimismo, teníamos que ir cargando con nuestra bolsa de viaje, lo que todo indicaba que nos marcharíamos de Londres sin poder ver los Autosport Awards. Ese evento reconoce algunos de los nombres propios más importantes del Motorsport a nivel mundial. Premios a piloto o equipo del año hacen que muchos de los nominados y gente habitual en dicho mundillo se acerquen a la gala.

Ya con las maletas hechas nos dirigimos al Grosvenor Hotel, lugar en el que se celebra el acontecimiento. Sin embargo, fuimos al lugar incorrecto, el Grosvenor Hotel en vez del JW Marriott Grosvenor House (Damn it! Cómo se nota que somos pobres y no distinguimos entre cadenas de hoteles). Tras un paseo de 30 minutos llegamos a nuestro destino y esta vez sí, estábamos seguros: el McLaren 720S, el Mahindra de Formula E y el Mercedes AMG de F1 delataban el acontecimiento.

Nos colocamos enfrente del photocall, esperando a las estrellas del motor y esperando también que no nos echasen de allí (en esta ocasión no habíamos pedido ningún pase de prensa), sin embargo, en ese momento apareció Susana, una de las responsables de Motorsport Network, la empresa productora del evento, quien nos facilitó unas pulseras con las que se nos autorizaba a estar ahí (y seguimos echándole morro al asunto, ¡estamos en racha!).

Salvados por la campana de nuevo y a la espera de las estrellas del motor, por allí no aparecía ningún piloto de renombre o algo que se le pareciese y el tiempo se nos echaba encima, aún así, decidimos esperar impacientemente.

Y al igual que en una cacería, la espera mereció la pena. Las codiciadas piezas empezaban a llegar con cuentagotas, hecho que nos facilitó el sacar fotos de todo el personal. Entre algunos de los nombres propios podemos destacar los siguientes:

  • Horacio Pagani
  • Zak Brown
  • Mika Häkkinen
  • Carmen Jordá
  • Dan Ticktum
  • Jackie Ickx
  • David Richards
  • George Russell
  • Lando Norris
  • Charles Lecrerc
  • Pierre Gasly
  • Carlos Sainz Jr
  • Jason Plato
  • Andre Lotterer
  • Sébastien Ogier

Nos hicimos “selfies” con unos cuantos, aunque la verdad es que una conversación de 30 segundos es preferible a una instantánea rápida como estas, sin embargo, aquí era muy difícil retenerles un instante -comprensible dada la situación de fotógrafos y compromisos de todos ellos-.

El último en llegar fue Toto Wolff, acompañado de su mujer Susie Wolff, responsable el primero de Mercedes AMG F1; curiosamente el equipo menos propenso en llegar tarde a ningún lado…

Y así terminaba nuestro «tedioso a la par que agotador» periplo automovilístico. Dicho esto, confío en que os haya podido transmitir lo vivido durante un fin de semana por Londres.

Seguiremos contándoos nuestras aventuras por Inglaterra. Stay Tuned!

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8 comentarios en “Un fin de semana en Londres”

  • Nico

    2 de enero de 2019 a las 21:27

    Carlos,

    muy buen artículo, mucha información y excelentes fotos.

    Saludos,

    Nico.

  • Borja Ballester

    4 de enero de 2019 a las 01:17

    ¡Gran artículo! Un placer poder vernos durante ese fin de semana y aprovechar tanto el tiempo. Muchas gracias por la invitación a la subasta, sin duda fue una experiencia diferente. ¡Hasta la próxima!

  • Deivid Torrepower

    5 de enero de 2019 a las 13:02

    Wenas!

    Si nadie comenta es porque nos dejáis sin palabras y claro, tardamos varios días en reponernos. Esto sonará a peloteo, pero la realidad es que con cada nuevo artículo una parte mía muy envidiosa y mala os desea un pequeño retortijón de yeyuno.

    Vaya finde mas chulo. Ni comparación con ir al Londom Eye, al Big Ben o a Harrows. Yo prefiero este finde tal cuál lo habéis vivido. El problema es explicar esto y que te entiendan a cualquier NO petrolhead. Que, de hecho, como algún día tendré que ir a visitar Londres, ya me estoy montando mi película para alterar las rutas turísticas normales para que parezca, «¡oh, casualidad! el concesionario McLaren» sin levantar muchas sospechas entre mis acompañantes.

    Saludos y felices Reyes!!!

  • Bucelator

    9 de enero de 2019 a las 12:46

    ¡Menos mal que fue tedioso!, increíble. Yo creo que puedes venderlo como paquete de fin de semana a cualquier tour-operador,… pases incluidos claro, porque quedarte en la puerta de todas esas basílicas debe de ser frustrante.

  • Jordi

    12 de enero de 2019 a las 23:36

    Buen artículo y otra manera de ver Londres.

    Genial que disfrutes, y si puedes, da una vuelta por la tienda de Bristol, marca muy especial… Muy british!

    A seguir aprendiendo y disfruta!

  • Alex desde Woking

    13 de enero de 2019 a las 13:20

    Hey, que interesante que compartas con tanta energía este tipo de experiencias, el motorsport evoluciona y tu estarás ahí para contarnos como lo hace.

    Un saludo y la mejor de las suertes!
    Alex

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    13 de marzo de 2019 a las 16:21

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