Hoy os traemos una colaboración de las que nos gusta, de las que empiezan con un correo en la bandeja de entrada preguntando si estaríamos interesados en publicar una historia sobre dos locos que, este pasado junio de 2019, se recorrieron media Europa a lomos de 2 clásicos deportivos a la antigua usanza. Fue imposible para nosotros dejar que os perdierais tal hazaña. Son Roberto y David, y esta es su historia.
Lasheras
Supongo que lo primero será presentarse, así que allá vamos: esta es la historia de dos amigos que a nuestros 30 y tantos y cuarenta y pocos años, nos conocemos desde hace más de 12; Roberto, de Asturias y David, de Barcelona. Debido a situaciones muy dispares, en nuestros garajes siempre ha habido hueco para coches “especiales”.
En mi caso, Roberto, con 18 años heredé un Super5 1.1 que fui evolucionando poco a poco, guardando siempre fidelidad a la época y la originalidad. Con 20 años di el salto a un Super5 Gt Turbo (Fase I de 1986) que fue restaurado completamente respetando también toda originalidad posible. A día de hoy, conservo ambos coches.
Por su parte, David, enfocó su “enfermedad” con un Renault 11 Turbo, su primer coche. Tras venderlo en su alocada juventud, pocos años después, consiguió otra unidad (un Fase II de 1988) el cual desmontó por completo para una restauración total. Con el tiempo la “enfermedad” empeoró y añadió a su garaje un Super5 Gt Turbo (Fase II del 08/01/1988, seguro que fue un bonito regalo de reyes para su primer dueño). Al igual que el Renault 11 Turbo, se desmontó para rehacer su mecánica y carrocería.
Los viajes
Con el objetivo de mantener nuestra amistad, siempre hemos intentado vernos al menos una vez al año, así que empezamos a tener el hábito de visitarnos con alguno de nuestros “juguetes”, evitando así nuestros coches de uso diario. Gracias a esto, nos fuimos dando cuenta de que lo que realmente nos gustaba era conducirlos, disfrutarlos, conocer lugares y tener experiencias para contar. Éramos conscientes de que ir a concentraciones cerca de casa donde los coches simplemente estaban parados en la plaza de un pueblo no era lo nuestro.
Así, empezamos a organizar nuestras propias rutas por España tomándonoslo en serio: trazados definidos previamente, rutómetro en papel para evitar uso de GPS, alojamientos o gasolineras recomendadas, objetivos diarios (ciudades / km) y una larga lista de detalles que fuimos ampliando con la experiencia.
Rutas “oficiales”
Tras varios tímidos viajes, en 2015 hacemos nuestro primer “gran viaje” saliendo de Asturias y acabando en Soria pasando por Cantabria y Burgos.
Siempre evitando autopistas e intentando usar solo carreteras secundarias.
El resultado fue una experiencia inolvidable tras una semana de viaje con recorridos de entre 300 y 400 km diarios. Una gozada.
La Preparación
La experiencia es un grado, por ello todos estos años hemos ido aprendiendo y mejorando.
Lo primero a la hora de plantearte una aventura como esta es acordar una zona a explorar, y a partir de ahí hacer un “máster” en Google Maps buscando carreteras secundarias que comuniquen tus destinos, que tengan un asfalto en el mejor estado posible y que todo encaje como un puzle para que en esa jornada seas capaz de consumir todos los km previstos.
Transformar el trazado virtual en un rutómetro es el siguiente paso.
El objetivo básico es evitar autopistas y el uso del GPS en la medida de lo posible. Así es como se viajaba antes, ¿no?
Estar cubiertos contra los imprevistos es muy importante, por eso siempre llevamos comida (incluso café), por si no encontramos un lugar para parar o los horarios no favorecen. Tomarte un descanso en una carretera perdida cuando quieras es una libertad que no tiene precio.
Técnicamente necesitas baterías o cargadores para teléfonos, cámaras… y poco más. Por otro lado -y posiblemente el aspecto más importante-, hay que ser consciente que vas en un coche con más de 30 años.
Hemos pasado de llevar una escueta caja de herramientas en nuestros primeros viajes, a hacer una concienzuda lista de útiles y recambio para llevar en nuestro maletero y que cubra una serie de necesidades básicas. «La lista de las emergencias» va desde todo tipo de herramienta hasta aceite y refrigerante, pasando por un carburador, un encendido, correas, cinta americana, cables, bridas, relés…
Pero lo más importante de todo esto es realizar un exhaustivo mantenimiento preventivo del vehículo y donde absolutamente todo lo que no esté en perfecto estado, sea sustituido por una pieza nueva o en mejor estado si está descatalogada. Incluso así, estás expuesto a sorpresas. En el momento que ocurren no te hacen gracia, pero una vez en casa, te ríes y con el tiempo lo recuerdas como una buena anécdota que contar.
Los pre-viajes
Si nuestro viaje en abril de 2018 a Pirineos nos había servido para perder el miedo a salir de España sobre terreno galo, la ruta Portugal Norte en Septiembre de 2018 ya fue el empujón definitivo. Fue el momento en que decidimos que había que plantearse ir lejos de verdad, pero ¿a dónde? En un momento de exceso de optimismo e ilusión comentamos lugares como Mónaco, Stelvio Pass o las Dolomitas.
Todo quedó en una conversación más, pero unas semanas después, comenzó el juego psicológico con el “adversario”, un juego en el que cada uno esperaba que el otro se echase atrás con alguna excusa barata, pero cuando nos dimos cuenta, estábamos buscando información sobre como viajar a los Alpes en coche. Ya no había vuelta atrás, aunque en el fondo cada uno esperaba de alguna manera que el otro pusiera “cordura” y dijese que aquello era una locura.
Para planificar mínimamente un viaje de este tipo toca leer diferentes webs sobre viajes similares (como nuestro artículo: Una ruta por las mejores carreteras de Europa. Parte 1 y Parte 2), mucho relacionado con autocaravanas, amigos o conocidos que hayan hecho un viaje similar o vivan por la zona, videos, etc.
También es importante la época del año en que ir, ya que en Los Alpes muchas carreteras están cerradas hasta primavera. Evidentemente, hay alternativas por autopistas o túneles, y aunque ese tipo de carreteras también impresionan, para nosotros el reto era no usarlas. Realmente hoy en día hay mucha información; hacer un viaje al extranjero cruzando varios países hace 30 años… ¡eso sí sería una aventura!
Tras muchos bocetos, había que ajustar el viaje al tiempo disponible, unos 10 días. Echando la vista atrás lo cierto es que es poco tiempo para todo lo que hay que ver allí, pero eso mismo es también la excusa perfecta para volver pronto.
Un vez conseguimos tener un rutómetro en firme, la cosa quedaba así:
– Barcelona – Génova (Italia)
– Génova – Stelvio Pass
– Entrada en Suiza por Umbrail Pass
– Furka Pass, Gotthard Pass
– Vuelta a Italia por Domodossola
– Entrada a Francia por Limone Piamonte
– Coll de Turini
– Carcassonne
– Andorra
– Entrada en España por Seu d’urgell
– Calahorra
Ahora que ya teníamos la ruta, venía la otra parte importante, revisar exhaustivamente los coches para más de 4000 km de viaje por carreteras realmente exigentes para máquina y conductor.
Los coches
Como decíamos, estamos hablando de dos Renault 5 GT Turbo (fase I y Fase 2). En cierta medida, la fama de estos coches es de ser problemáticos, delicados, malos y un largo etcétera que no guarda proporcionalidad a la cantidad de gente que los mira, admira, guarda, usa o disfruta.
En nuestro caso, ambos coches fueron restaurados de forma completa hace unos años, han hecho ya unos cuantos viajes de bastantes kilómetros con exigencia mecánica y además cada año se les realiza alguna mejora o mantenimiento preventivo. No obstante, siempre te queda la duda, ya que son coches con más de 30 años.
Cada uno conoce su propio coche pero por tranquilidad, antes del viaje, revisamos y/o sustituimos una serie de cosas que tenían que estar en perfecto estado antes de irnos:
– Radiador motor; sustituir por uno nuevo o revisar, limpiar y reparar el usado.
– Revisión ventilador radiador (desmontaje, revisión y limpieza si procede).
– Aceite motor, aceite cambio, refrigerante y líquido de frenos de altas prestaciones. – Revisión de manguitos de aire y sustituir latiguillo de engrase de turbo por uno nuevo si rezuma.
– Sensores de presión y nivel aceite originales.
– Bomba de agua original.
– Sensor temperatura refrigerante original.
– Revisión exhaustiva de pinzas de freno (desmontaje, limpieza y engrase si procede).
– Revisión de parámetros de suspensión/dirección.
– Bomba gasolina. Revisión de bomba y conectores eléctricos.
– Relé taquimétrico nuevo.
– Revisión exhaustiva del cableado motor. Sustitución si procede.
– Revisión/sustitución de los principales relés eléctricos (ventilador, encendido electrónico, etc.)
– Revisión general de estado de manguitos de refrigeración (abrazaderas y purgadores). Sustitución si procede. – Cable y serreta de pedal de embrague nuevo original.
– Comprobar alternador, batería y correa de accesorios.
Todo esto debería ser suficiente para el grado de exigencia mecánica que íbamos a realizar, ya que estamos hablando de muchos kilómetros expuestos a temperaturas que variarían desde los 5 grados bajo cero a hasta 35 grados (recordemos que estamos hablando del mes de junio). A partir de aquí, si algo fallaba, ya no sería por una negligencia sino por mala fortuna, en cuyo caso, tampoco no nos impediría llegar hasta casa.
Como en todo evento importante, es necesario un obsequio de participante.
Nosotros nos hicimos con nuestra particular réplica a escala del volante original, por la que nos gustaría agradecerselo a “Latriplethe”, pues nos consta que ha dado su trabajo.
Comienza el viaje
El pistoletazo de salida lo daríamos en el puerto Barcelona, desde donde viajamos en ferry con los coches hacia Génova. Con todos los Kilómetros que hay por delante, el objetivo era simplemente avanzar para llegar a Italia lo antes posible. Echando cuentas de gasolina, peajes, desgastes, tiempo, alojamiento, etc. era más rentable el ferry, con camarote y coche, lo que nos permitía empezar con 0 kilómetros puestos ya en plena Italia.
El embarque en el ferry sería a partir de las 10 de la noche, pero las horas previas fueron de mucha tensión psicológica. De alguna manera, aún esperábamos que el otro se echase atrás ante semejante locura. Tales eran los nervios que cuando llegamos al puerto de Barcelona, los dos primeros intentos para entrar fueron fallidos. Estábamos tan ansiosos por empezar que en el primer intento ni siquiera había llegado el ferry. Era demasiado temprano.
A la tercera, los operarios de acceso al puerto ya nos conocían, así que las risas fueron mutuas entre el personal de control y los dos locos de los GT Turbo.
Ahora tocaba esperar nuestro turno para entrar a las bodegas. En esa espera, enseguida nos relacionamos con la gente que esperaba como nosotros, ninguno de nacionalidad española. Se trataba de familias, personas que viajaban solas, furgones de trabajo y muchos grupos de moteros. Lo que más nos impresionó, fue los muchos espontáneos que aparecían por allí para hablar con nosotros; les llamaban la atención los coches, pero especialmente, el modelo que era, lo conocían perfectamente.
Durante el embarque, hay un momento que no olvidaremos nunca: justo cuando subes la rampa y escuchas las planchas de acero haciendo CLACK-CLACK al pasar sobre ellas: “Estoy en el agua, no hay vuelta atrás”. Por dentro el ferry es similar a un parking subterráneo, y al ver que los coches quedaban en sitios seguros y no había riesgo de golpes de puertas, maletas, etcétera, nos quedamos más tranquilos. A partir de ahí, recoges tus cosas y no podrás volver al coche hasta llegar a destino.
Buscamos el ascensor, subimos y llegamos a un hall similar al de un hotel; al enseñar el billete nos cogen las mochilas y nos llevan al camarote. No estamos acostumbrados a estos protocolos, pero le «seguimos el rollo» al botones. Por el pasillo nos cruzamos con otros viajeros, entre ellos, un grupo de chavales de despedida de soltero preguntando por el bar y a lo lejos escuchamos decir “¿A estos porque les llevan la maleta?”.
Seguimos hasta la puerta del camarote donde el botones abre, enciende las luces y retira la cortina de la ventana. Como buenos “nuevos ricos de crucero” dejamos propina para no delatarnos como novatos. En este momento es en el que nos damos cuenta que el camarote, es realmente una suite con vistas a proa justo bajo el puente de mando. Nosotros lo único que queríamos era un camarote con ventana por el que pagamos un pequeño plus, pero nos adaptamos sin problema a la suite, ¿no?
Ha sido un día largo y aún no hemos salido de España, es tarde y toca descansar mientras nuestros coches «duermen» varios metros por debajo del nivel del agua. La noche transcurre sin problema, quizás porque no se nota que estamos en un ferry o por el cansancio, pero a la mañana siguiente por la ventana solo se ve agua, mucha agua.
El ferry es correcto en todos los sentidos: tiene sus años, pero está limpio, ordenado y los precios de los restaurantes son correctos para estar en medio del mar. Si lo que esperas es un crucero romántico por el mediterráneo con piscina en cubierta y cena de gala con marisco y buenos vinos franceses, este no es tu sitio. Hay que ser consciente que es un medio de transporte entre Tánger y Génova, pero sobre todo es la herramienta que dará comienzo a nuestra aventura. Cuando desde cubierta ves tierra, vuelven los nervios y la emoción.
Volvemos a tierra firme
La salida del ferry fue más caótica que la entrada, algo así como cuando en el colegio suena la campana un viernes. Vuelves a escuchar el “CLACK-CLACK” dándote la bienvenida a Génova.
En cuanto sales de puerto, notas que en Italia se conduce diferente.
En el primer semáforo, el coche que está a nuestra izquierda con 5 “maromos” dentro empieza a gritarnos en italiano “¡Supercinque! ¡è una macchina! ¡Accelera!” a lo que les correspondemos con un buen 0-100 km/h. Al ver sus pulgares para arriba, no nos queda duda que les hemos alegramos la tarde.
La autopista por la que vamos del puerto al alojamiento (a 15 minutos de Génova para evitar atascos a nuestra salida) es muy estrecha, o al menos los muros que hay a los lados así la hacen parecer. Poco o ningún arcén y camiones, muchos camiones. El ritmo al que el tráfico te obliga a rodar es alto si tenemos en cuenta que acabamos de bajar de un ferry a 1000 km de España. En unos minutos coges ritmo y empiezas a “empujar” como ellos hacen contigo. No dejes más de medio metro con el de delante porque se te colará un Fiat 500, un Fiat Panda o un Ferrari. A pesar de todo, se circula con fluidez y no hay situaciones de peligro. “Modo conducción italiana activado”.
Llegamos al alojamiento, un hotelito familiar con parking en la puerta y donde volvemos a escuchar “¡Supercinque!” de fondo.
Sin problema alguno nos entendemos con el dueño en una mezcla de italiano y español, no obstante allí cualquiera habla inglés (cosa que en España no ocurre). Cenamos increíblemente bien, y hasta nos explicaron que lo que ellos sirven no es pizza, sino “pinsa romana” y las diferencias entre ellas.
Camino a los Alpes
A partir de aquí toca madrugar. Nuestro horario “Europeo” para los siguientes días sería: 8:00 AM, motor en marcha y cinturón puesto.
Las primeras noticias que nos llegan es que una de las carreteras por las que queremos acceder a los Alpes está cerrada por nieve (¡en Junio!). No es que esté nevando, sino que aún no han acabado de limpiar la nieve del invierno. Hay otro acceso, abierto de 6:00 AM a 12:00 AM, y un tercer acceso 24h pero que implicaría dar un pequeño rodeo.
Avanzamos kilómetros en dirección a Los Alpes y nos sigue llamando la atención la cantidad de camiones que hay en la carretera. Parados en un atasco para tomar un desvío, nos toca circular por el arcén, mientras en los otros tres carriles no paran de pasar trailers “a toda mecha”. Durante la caravana, un Fiat Punto con matrícula suiza nos pregunta de ventanilla a ventanilla qué cilindrada tenían nuestros GT Turbo. Insistían en que allí era “duemila” (2.000 cc) y no “millequattrocento” (1.400 cc). Creemos que algo falló en el idioma o que el ambientador de una hoja de marihuana que llevaban colgado del retrovisor, tenía trampa.
El viaje se fue haciendo más duro por el calor, sobretodo dentro de una “lata” de más de 30 años y a más de 30º C en el exterior. Pero nos damos cuenta de que desde Génova estamos circulando por un falso llano que realmente es una leve cuesta arriba y poco a poco el paisaje va cambiando, como también lo hacen los coches que circulan a nuestro alrededor (modelos de alta gama y caravanas la mayoría), la gente de las gasolineras o el acento del idioma.
Por fin llegamos a Prato allo Stelvio, literalmente a los pies de los Alpes. Debido a que los accesos a Stelvio tienen restricciones, no tenemos opción, toca entrar a Suiza por Tubre y pasar por la aduana, donde la policía suizo nos saluda y mira: ¿dos tios con dos deportivos clásicos iguales desde España? Sonríe y nos manda continuar. Para muchos el GT Turbo fue el coche añorado durante la adolescencia o la juventud, y eso se nota en la cantidad de simpatías que aún despierta.
De pronto empieza a llover y la temperatura cae drásticamente. La carretera tiene ahora tal inclinación que es una concatenación de rampas de garaje con curvas de 180 grados. A pesar del esfuerzo mecánico que supone para nuestros veteranos, la aguja de la temperatura del cuadro ni se mueve porque, según subimos, hace aún más frío. El paisaje es cada vez más espectacular: todo es verde, lleno de árboles y ríos; la nieve en las laderas empieza a aparecer y a nosotros nos parece que conducimos por una maqueta de tren a tamaño a real. Es un momento de éxtasis total: ¡¡¡Ahora sí que estamos disfrutando. Estamos conduciendo por lo mejor de Suiza nuestros Renault 5 GT Turbo!!!
Seguimos subiendo y ya lo único que se ve es nieve, pero más al fondo por fin se vislumbra tímidamente nuestra meta: Stelvio Pass. La impaciencia y los nervios, van en aumento. En pocos minutos coronamos la carretera, que acaba contra un muro de nieve, al menos hasta que se finalicen los trabajos de limpieza.
Nos bajamos del coche y nos damos la enhorabuena. Hemos logrado llegar a Stelvio Pass (2757 msnm) con dos Renault 5 GT Turbo. Pero más allá de ese momento especial, tardamos horas en asimilar la realidad. ¿Cuántos Renault 5 GT Turbo fabricados en Valladolid habrán subido hasta Stelvio, incluso de nuevos? Habrá que sumar dos más a la corta lista.
Esta noche dormiremos justo aquí y mañana seguiremos con nuestro viaje, que os contaremos en la segunda parte de esta historia. ¡Permanced atentos!
Extra Lap
El R5 GT Turbo es y ha sido para todos los aficionados un coche realmente especial, con el que muchos hemos soñado y del que teníamos revistas o pósters en las paredes de casa. En 8000vueltas, nuestro experto en clásicos Ramón Roca, le hizo su pequeño gran homenaje con este imprescindible artículo que te dejamos a continuación, y que es a día de hoy uno de los más vistos y comentados en la historia de esta página:
Chema
26 de septiembre de 2019 a las 17:55Gran artículo, como siempre!!!
Que ganas de hacer un viaje similar con mi coche
Andy_Cupra
26 de septiembre de 2019 a las 20:28Qué maravilla, envidia sana, qué disfrute debían pasar por esas carreteras, lo bien estudiado de su aventura y sobre todo el buen rollo a su paso por los diferentes sitios. Fenomenal.-
Jordi
26 de septiembre de 2019 a las 21:17Buen artículo de un gran viaje.
Estos son los viajes que me gustan, con vehículos antiguos por carreteras de las de antes y buscando las de curvas.
Alguna aventura de estas he hecho en moto, que como tira a clásica, pues como bien decís, hay que llevarla bien revisada… y en mi caso con la previsión del posible consumo de aceite.
Ciao
Y un consejo, lo que va muy bien generalmente para preparar rutas, si vais en coche de suspensiones tirando a duras, además del maps, es darle un vistazo al street view, es una currada mirar los tramos de carreteras pero luego se agradece mucho!
Iñaki
27 de septiembre de 2019 a las 08:28Madre mía, que bonito viaje, al señor Roberto y David les conozco del antiguo club del R5 que bueno, envidia sana a esperar la segunda parte, saludos compañeros.
Deivid Torrepower
27 de septiembre de 2019 a las 10:02Esperaba yo la crónica de Ascari y… Boom! en toda la cara este sorpresón que ávido he devorado.
De envidia sana, nada. Envidia de la mala, de las de desear que una biela atravesara el bloque y que mientras esperan con el coche tirado en la cuneta fallase el freno de mano y acabase el Turbo 5 haciendo la croqueta Stelvio hacia abajo.
Bromas a parte, mi mas sincera enhorabuena por los Turbo 5, por el viaje y muchísimas gracias por compartir vuestra experiencia.
Los clásicos es verdad que llevan un mantenimiento exhaustivo, pero en mi experiencia si todo está ok al 100% tal y como hacéis, estos coches no tienen el mas mínimo problema en meterle el tute que le habéis metido.
Ahora también estoy ansioso por la segunda entrega (No sé qué quiero antes, si Ascari o esta) Desde luego que mal me lo hacéis pasar, no tenéis corazón.
P.D.: Lo de hablar Inglés… creo que depende mucho de la zona geográfica dónde vivas. Al menos, mi caso que es una zona dónde Británicos, Belgas, Noruegos y Rusos gustan de venir a veranear y vivir en cuando tienen la ocasión, hablar inglés te da medio puesto de trabajo y muchísima gente (camareros ni te cuento) al menos controlan un poco el idioma. Si es cierto que parece que en Italia lo hablan mas, a parte que se agradece mucho lo bien que nos entienden en general a los españoles.
Jorge
27 de septiembre de 2019 a las 16:00Siguiente me apuntó. Que chulo
ToniExup
30 de septiembre de 2019 a las 14:17Absolutamente genial, la forma que tenéis de entender lo que sebe ser un viaje en coche por Europa.
Un completo acierto el que habéis tenido al elegir los clásicos para restaurar.
Los 2 son un icono de los años 80, si señor.
Tengo mucha curiosidad por leer la segunda parte.
Un saludo.
Juan B.
1 de octubre de 2019 a las 09:59Fantástico artículo, ha conseguido engancharme la historia al margen de los vehículos. No me perderé la segunda parte.
Sobre el viaje, considero que es una gran hazaña dada la reputación de fiabilidad de estas máquinas de los 80 que tantos añoramos y admiramos.
Los participantes han demostrado tener valor y locura suficiente para enfrentarse a la situación y han demostrado el nivel de detalle y cuidado de esos vehículos que han dado la talla (al menos hasta Paso Stelvio).
Javier
2 de octubre de 2019 a las 14:01Muy bonito viaje…
Yo el año pasado me llevé mi super5 1.4 a la Rep.checa, pasando por francia, alemania y austria.. y lo traje de vuelta!
Ahpra ya tiene más de 400.000km y aún así lo sigo usando todos los días para ir a trbajar.. jeje
Un saludo y felicidades!
indeciso
2 de octubre de 2019 a las 17:48Increible historia, da gusto ver como la gente se mueve mas alla del sofa de casa y apaga por un momento el televisor (o el iPhone hoy en dia). No hay nada como tener una pasion y poder dedicarle tiempo, dinero y esfuerzo; al final se ve recompensada con creces.
Con ganas de leer las posteriores entregas de esta serie.
Por cierto, lo unico que no comparto es la sensacion que teneis de desconocimiento del ingles en Espana. He tenido la suerte de vivir y visitar multitud de paises y no estamos ni mucho menos a la cola del peloton, mas bien somos una referencia en cuanto al estudio del mismo.
remember
6 de octubre de 2019 a las 19:25Qué buen artículo. Esperando con ansia el 2º. Hice algo parecido hace muchos años y me encanta leer que todavía hay gente con estas locuras. Buen artículo. Sí señor.
Los Alpes en dos Renault Super5 GT Turbo. Parte 2 – 8000vueltas.com
7 de octubre de 2019 a las 10:33[…] Seguimos con la segunda entrega de esta interesante colaboración en la que Roberto y David, dos fanáticos de los coches, recorren media Europa a los mandos de sus impecables Renault Super5 GT Turbo. Si te perdiste la primera parte de esta aventura sin comparación, puedes leerla aquí. […]
Alejandro
7 de octubre de 2019 a las 18:27Enhorabuena, que buen rato e pasado con vuestro artículo…a eso le llamo disfrutar de tu coche y si es con los amigos vale por dos.
Espero pronto vuestra próxima excursión
Sergio
30 de octubre de 2019 a las 23:05Enhorabuena por ese «peazo» viaje en vuestros soplillos!!!
Estas lecturas son estimulantes a más no poder… estás de bajón motoril, te lees un artículo de estos y… zasca, ya estás planeando alguna historia con tu zarrio o alguna mejora nueva (porque siempre hay mejoras, ojo!).
Gran artículo y gran viaje!
PD: A por la segunda parte!
carlitos
13 de noviembre de 2019 a las 12:01Antes de opinar, quiero felicitar a David y Roberto, por la aventura que nos hicieron vivir
a todos los lectores de 8000vueltas, da gusto poder disfrutar de tal experiencia, aun siendo narrada…
Sobre el artículo, solo una crítica.. se echa en falta una entrevista a dichos participantes, sería un placer saber que valientes
se atrevieron a dichosa locura, y conocer un poco mas personalmente la aventura, ya que deben tener anécdotas increíbles.
Siendo critico con los gt turbo, decir que el fase 2 blanco esta de estricta serie, quitando asientos que en alguna foto se puede apreciar, y el gt turbo fase 1 rojo
juraría que de origen no salía con aletínes ya pintados, no parece que sea del 85” por la matricula, sumando asientos que como el fase 2 no son los originales
de todas formas ambos coches son dos verdaderas joyas.
Cuando piden por ellos más de 12.000€ uno espera encontrarse una unidad en este estado mínimo.
Seguro que igual que a mí, a muchos lectores nos gustaría saber la próxima ruta que estarán organizando David y Roberto, será difícil superar, tras semejante viaje en 2019. Oh no!!
Incluso si la compartirán con aficionados quizá alguno se apuntara, eso si hay que ser conscientes de el coste que supone y la exigencia de estado de los vehiculo.
Cristobal C. G.
18 de diciembre de 2019 a las 13:04Grandes recuerdos; Una vida dedicada a estos coches.
Eran simples pero había que entenderlos. Tenían algo que te enganchaba y por todo ello marcaron a una sociedad.
¡Gracias 8000 vueltas!
El que diga que el suyo esté de serie miente. Cualquier vehículo con esta edad va a tener componentes cambiados, reparados y personalizados.
Estos chicos pueden sentirse orgullosos de sus coches, del esfuerzo en tenerlos en perfecto estado de funcionamiento y de su aventura.
¡Felicidades a los dos!
Ele
26 de marzo de 2020 a las 19:15Qué pasada de aventura! Narrada con el mismo detalle con el que se preparó el viaje, ha sido un gustazo leerla =)
David y Roberto (Alpes 2019)
5 de octubre de 2020 a las 21:41Un año después de la publicación de la primera parte, queremos intertar contestaros un poco a todos.
Por supuesto, agradecimiento a 8000 vueltas y @lasheras.
Casi podemos decir que la intención era publicarlo en internet, para no tener que repetir la misma historia una y otra vez a familiares y amigos.
Cuando nos dijeron las estadísticas de la gente que podía haber leído nuestra historia, nos asustamos, sinceramente.
O cuando alguien en el trabajo, te pasa el enlace y te dice
Para nosotros, desde la humildad, nos sentimos realizados si la historia os ha dado un rato de entretenimiento, imaginación o motivación para hacer alguna locura similar.
En un año tan peculiar como está siendo 2020, tenemos que reflexionar y ser conscientes de que lo que hoy creemos que va a ser nuestro plan de pensiones o una jugosa herencia, mañana, por caprichos de la vida no vale nada porque no lo podemos usar.
Nos han impactado comentarios de gente que pese a tener mejores coches, se les queda ahí el recuerdo de este modelo.
Por supuesto nos alegran todos los elogios al viaje, la historia o nuestros coches, pero os aseguramos que cualquiera que se lo propone, puede hacerlo realidad.
Especial mención al comentario de @Deivid Torrepower con ese humor negro.
Los Alpes es un sitio cojonudo para reventar motor, de todos modos, ya teníamos medida la caja de una VW Crafter por si había que volver con una biela en la mano y el coche como un paquete de Amazon.
Una pena que la situación de pandemia nos haya frenado en seco porque tenemos un montón de ideas para viajes con gt turbo o con un coche de 500€.
Queda pendiente para cuando sea posible.
Un saludo a todos y estirar las marchas a la zona roja.