Rolls Royce también es una firma legendaria y como tal ha dado pábulo a una merecida aura de leyenda a la que contribuyeron en gran medida hechos como la existencia de su modelo Phantom IV, un automóvil de elevadísimo precio, el más caro de su tiempo que, para colmo, no podía ser adquirido por cualquier multimillonario, ya que sólo podría disfrutarlo alguien perteneciente a la realeza o alguien que ostentara la jefatura de un estado. Todo ello, junto a su calidad de fabricación y a su cuidada mecánica, le erigió en el más singular de los Rolls Royce.
El Phantom IV nació de la sugerencia realizada a Rolls Royce por el Duque de Edimburgo, recién casado con la hija mayor del rey inglés Jorge VI, la entonces princesa de Gales y futura Isabel II, sugerencia relativa a la utilización en un futuro automóvil de aquella marca de una serie de motores de 8 cilindros en línea fabricados por esa misma firma para usos militares, propuesta que se materializó con la fabricación para la entonces Princesa de Gales del primero de los 18 Phantom IV construidos a base de combinar dicho motor con un chasis alargado de un Silver Wraith, modelo cuyo 6 cilindros ofrecía unas prestaciones en algún modo deficientes, y modelo del cual era en alguna manera un derivado a lo grande el más selecto de los Phantom, el IV.
Con la entrega de dicho Phantom, también Rolls Royce se erigía en proveedor oficial de la corte de San Jaime, coto cerrado de Daimler hasta entonces, quizás en recuerdo del primer personaje regio que condujo un automóvil, el heredero de la legendaria reina Victoria de Inglaterra, el más famoso de los Príncipes de Gales, quien reinaría desde 1901 a 1910 como Eduardo VII.
4 AF 14 5 plazas, con el monarca Juan Carlos I, todavía príncipe, como copiloto.
Lord Montagu de Beaulieu enseñó a este monarca – entonces Príncipe de Gales – a conducir un Daimler, concretamente un Daimler bicilíndrico, un 6 hp Royal Mail Phaeton carrozado por Hooper, el primer coche de la marca por la que mantuvieron sus preferencias los sucesivos descendientes de Eduardo VII, su hijo Jorge V y sus nietos Eduardo VIII y Jorge VI, aunque es cierto que la realeza inglesa usó de modo puntual coches de diversas marcas inglesas y también de otros países, como el Buick del 36 en el que Eduardo VIII marchó al exilio en diciembre de 1936, tras renunciar a la corona inglesa ante la imposibilidad de casarse con su amada Wallis Sympson, quien se había divorciado previamente en dos ocasiones, cosa que parecía entonces inaceptable para desposarse con un rey.
Así pues, parece ser que la intervención del marido de Isabel II, el Duque Felipe de Edimburgo, fue determinante para la fabricación del Phantom IV, como lo fue también y de modo muy especial el subsiguiente pedido de tres Rolls Royce blindados que el jefe del Estado español, el general Franco, formalizó en octubre de 1948 pues tal encargo confirmó la viabilidad de la propuesta sugerida por el Duque de Edimburgo.
Franco a bordo de una de sus carrozas anteriores: el glorioso Hispano Suiza J12
Dichos encargos materializaron la definitiva creación de un nuevo modelo de Rolls Royce en sustitución del Phantom III, modelo que para mayor realce iría destinado exclusivamente a la realeza y los jefes de Estado del mundo de aquellos días, lo que, por tan absoluta exclusividad, confería al Phantom IV el más indiscutible marchamo de automóvil “Royale”, llevándole a asumir realmente el papel en el que veinte años antes había fracasado el desmesurado Bugatti Royale, que no fue lo suficientemente atractivo para ningún monarca, reinante o depuesto, de su época.
El Phantom IV sí fue un verdadero Royale, un automóvil exclusivo de la realeza, que a diferencia de su frustrado antecesor el Bugatti Royale, sí encontró una larga lista de cabezas coronadas dispuestas a adquirir uno.
El menos exitoso Bugatti Royale
Bien es verdad que, aparte de la familia real inglesa, los monarcas que fueron sus dueños mantenían muy estrechas relaciones con Gran Bretaña, pues a Kuwait le concedió Inglaterra la independencia en 1961 y a Irak en 1930. En cuanto a Irán y Arabia Saudita, ambos países sostenían entonces fructíferos y privilegiados contactos con el Reino Unido, y por lo que se refiere al Aga Khan, éste ostentaba un título de príncipe pakistaní, que fue avalado inicialmente por la reina Victoria de Inglaterra.
De hecho, de los 18 Phantom IV fabricados, cinco fueron propiedad de miembros de la familia real británica, tres serían enviados a distintos miembros de la familia real de Kuwait, uno más fue para la corte de Arabia Saudita, dos pertenecieron al Sha de Persia, dos eran propiedad de la familia real de Iraq y otro quedó en poder de la propia Rolls Royce, todos ellos a sumar a los tres encargados por el general Franco y al solicitado por el Aga Khan.
Rolls Royce Phantom IV encargado por Aga Khan
Semejante plantel de dueños -y tan sumamente estricta selección de los mismos- convierten a los Rolls Royce Phantom IV en los automóviles más exclusivos de todos los tiempos, toda vez que para acceder a su pertenencia no bastaba con pagarlos.
En concreto, el Phantom IV numerado 4 AF 2 fue entregado a la entonces princesa de Gales el 6 de julio de 1950, carrozado en limusina por Mulliner y pintado en verde.
El 4 AF 4 se carrozó como camioneta por Park Ward y quedó en propiedad de la Rolls Royce, sin venderse.
El 4 AF 6 se entregó el 3 de diciembre de 1951 al Sha de Persia, carrozado por Mulliner en cupé de 4 plazas pintado de azul metalizado.
El 4 AF 8 fue entregado en julio de 1951 al Sultán de Kuwait, carrozado por Mulliner en sedán de 4 puertas, pintado en azul y naranja.
El 4 AF 10, carrozado por Hooper en limusina de 7 pasajeros, fue entregado en septiembre de 1951 al Duque de Gloucester, que era un hermano del rey Jorge VI, padre de Isabel II.
El 4 AF 12 se entregó el 20 de noviembre de 1953 a la duquesa viuda de Kent, cuñada de Jorge VI y tía de Isabel II. Era una limusina azul de 7 pasajeros carrozada por Hooper.
El 4 AF 20 fue para el Aga Khan, que era el jefe espiritual de los ismailistas y abuelo del actual Aga Khan, a quien se le entregó en abril de 1952 pintado en dos tonos de verde y carrozado en limusina por Hooper.
El 4 AF 22 fue para el príncipe Talal de Arabia Saudita. Se entregó en junio de 1952 y su carrocería era del francés Franay, de modo que fue el único Phantom no carrozado en Inglaterra.
El 4 BP 1 era una limusina carrozada por Hooper, que se entregó en marzo de 1952 a quien sería coronado el 2 de mayo de 1953 como Faisal II de Iraq, un joven rey muy aficionado a los automóviles al que mataron el 14 de julio de 1958 los creadores de la república iraquí.
El 4 BP 3 también era una limusina carrozada por Hooper, que se entregó en marzo de 1953 al príncipe regente de Iraq, Abdul Ilah, tío de Faisal II y asesinado junto con su sobrino.
El 4 BP 5 fue construido en versión landaulette, carrozado por Hooper y pintado en rojo y negro especialmente para la coronación de la princesa de Gales como Isabel II, celebrada exactamente el 2 de junio de 1953.
El 4 BP 7 era una limusina negra de 7 pasajeros carrozada por Mulliner, entregado en junio de 1954 a la princesa Margarita de Inglaterra, la hermana menor de Isabel II. Hay que decir que este automóvil concreto estaba en venta en septiembre de 2008 por parte de The Real Car Co al precio de 395.000 libras esterlinas, cantidad que en absoluto parece excesiva en la actualidad.
El 4 CS 2 era un sedán carrozado por Mulliner y pintado en dos tonos de verde, que se entregó en noviembre de 1955 al Sultán de Kuwait.
El 4 CS 4 era un sedan dorado carrozado por Mulliner, que fue entregado en agosto de 1955 al Sultán de Kuwait. Este automóvil en concreto, propiedad de Miguel de la Vía, se encuentra en Vizcaya, en Galdames, en el museo Torre Loizaga.
El 4 CS 6 era una limusina negra de 7 pasajeros carrozada por Hooper, entregado en octubre de 1956 al Sha de Persia, entonces en el final de su matrimonio con la bellísima Soraya.
Las razones que llevaron al general Franco -cuyo coche más usual era el Cadillac- a encargar tres Phantom IV teniendo a su disposición los dos Mercedes 770 enviados por Hitler y el 770 que noblemente devolvió Azaña desde Francia, no son del todo conocidas. Sin embargo, parece razonable admitir que en el mundo de finales de los años 40, en el que sólo cabía alinearse con el bloque comunista o con el mundo capitalista, los signos externos tenían su importancia, de manera que nada mejor y nada más políticamente correcto que usar un coche fabricado en el reino que venció en la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido, para portar al jefe del Estado de un país erigido en reino desde el año anterior, país que pretende entonces alinearse con el mundo capitalista, vencedor del nazismo en la última contienda.
Así pues, el general Franco encargó el 18 de octubre de 1948 tres Rolls Royce con blindaje, probablemente del modelo Silver Wraith, pues en esa época no existía el Phantom IV, pero luego, cuando en 1949 se decidió fabricar el Phantom IV, se le ofreció al Estado español como opción más lógica -tal como ya se apuntó- que tales tres Rolls Royce blindados fuesen del recién proyectado modelo Phantom IV, especial y exclusivo de jefes de estado y realeza y, además, más potente que el Silver Wraith, propuesta que fue aceptada, pues, al fin y al cabo, España ya era oficialmente un reino, lo que ocurría desde el referéndum de julio de 1947.
Así fue que el general Franco, con su triple pedido que se sumaba al encargo del primer Phantom IV formulado por el Duque de Edimburgo, sin proponérselo, probablemente dio un decisivo impulso a la existencia del Phantom IV, como apunta Martín Bennett en su Rolls Royce and Bentley, the Crewe years y como corrobora el nº de septiembre de 1990 de Classic Cars.
El Rolls Royce Phantom IV era entonces, absolutamente, la máxima expresión de lujo automóvil a escala mundial, sin parangón posible, pues las 8.500 libras esterlinas que costaba la limusina blindada de siete plazas de Mulliner casi doblaba las 4.715 libras esterlinas en las que se vendía un Silver Wraith, también carrozado por Mulliner, lo que significa que si en el mercado suizo un Silver Wraith costaba 67.000 francos suizos, un Phantom IV tendría que rebasar los 100.000 francos suizos, de modo que su precio en la Suiza de 1952 sería el de tres Cadillac 75 o el de dos limusinas Daimler Straight Eight carrozadas por Hooper, o bien el de tres Packard Patrician, o casi el de tres Bentley MK VI sedan, lo que colocaba al selectísimo Rolls Royce Phantom IV como el automóvil más caro del mundo dado su elevadísimo precio, precio que para colmo no era rentable para su fabricante; claro que Rolls Royce buscaba reforzar su prestigio con su fabricación tan exclusiva, pues su compra, para mayor selectividad, estaba restringida a miembros de la realeza o a la cabeza de un estado.
Los Rolls Royce Phantom IV españoles son los siguientes:
4 AF 14, una limusina negra de 5 plazas carrozada por Mulliner, blindada en sus bajos y parte posterior y entregada al general Franco el 3 de junio de 1952.
4 AF 16, una limusina de 7 pasajeros, negra también, carrozada por Mulliner y entregada el 4 de julio de 1952, blindada igualmente en sus bajos y parte posterior.
4 AF 18, en este caso un cabriolet de 5 plazas, también negro y blindado, y también carrozado por Mulliner, que fue entregado el primero, el 28 de marzo de 1952. Esta unidad fue la que paseó por Barcelona el 4 de octubre de 1997 a los recién casados Duques de Palma y luego a los Príncipes de Asturias por Madrid, tras su boda el 22 de mayo de 2004, portando un techo acristalado para mejor visión de los recién casados en día lluvioso, como fue el de la boda, techo realizado expresamente por la empresa Imaho Blindajes.
Dentro de la gama Rolls Royce, históricamente hablando, los Phantom IV eran los sucesores al máximo nivel del Phantom I, un 6 cilindros de 7668 cc del que se fabricaron 3452 unidades en Gran Bretaña y en EEUU, modelo que fue presentado en el Salón de París de 1924 y modelo que era una evolución del legendario Silver Ghost de 1907. Sucedían igualmente al Phantom II, presentado en octubre de 1929 con igual motorización que el anterior y construido en una cantidad de 1767 unidades. Sustituían, por supuesto, los Phantom IV al delicado Phantom III, presentado en el Salón de Londres de 1935, un V 12 de 7340 cc con ruedas delanteras independientes, del que se vendieron 710 unidades.
Fueron sucedidos los Phantom IV por los menos exclusivos Phantom V, un V 8 de 6230 cc del que se hicieron 832 unidades, modelo que fue presentado en septiembre de 1959 y modelo que estaba a disposición de quien pudiera pagar su precio, como en el caso de cualquier otro Rolls Royce que no fuera un Phantom IV. Finalmente apareció el Phantom VI, presentado en octubre de 1968 y fabricado hasta los primeros días de 1992, cuando su fabricante, después de 6 series de Phantom fabricadas totalizando 6749 unidades, anunció que suspendía su fabricación, realizada bajo pedido, puesto que su más majestuoso modelo no cumplía las modernas reglamentaciones sobre seguridad y emisión de gases.
4AF 18, durante el desfile de coronación de Felipe VI
Las características más notables de los Phantom IV son las siguientes:
- Motor de 8 cilindros en línea de 5675 cc (114 x 89mm) en las series A y B, con válvulas de admisión verticales y de escape 8 laterales, cilindros en cabeza de aluminio y alimentación por un carburador Stromberg y 4 bombas de gasolina. La serie C -a la que pertenecían solamente los tres últimos Phantom IV- cubicaba 6515 cc (114 x 95,25 mm). La potencia y el par no fueron nunca divulgadas, pero se les atribuye unos 160 cv de potencia.
- Caja de cambios de 4 velocidades, la primera sin sincronizar, caja que fue de 4 velocidades automática desde la unidad 4BP5.
- Suspensión delantera independiente con resortes helicoidales y amortiguadores hidráulicos, y trasera de amortiguadores hidráulicos y ballestas semielípticas.
- Frenos de tambor a las 4 ruedas servoasistidos.
- Dirección de tornillo.
- Su longitud era de 5,83 metros, su batalla de 3,68, el peso de su chasis de 1,499 kg y su peso sin blindaje de 2250 kg.
Por lo que se refiere a los Phantom IV, cabe decir en la práctica que uno de sus chóferes habituales hoy día, el sargento Matesanz, expresaba con verdadera devoción que los Phantom IV del Estado español son unas muy confortables carrozas que se desplazan sin problema alguno a una velocidad media de 90-100 km/h, consumiendo unos 30 litros cada 100 km y pudiendo alcanzar sin especial esfuerzo los 140 km/h. Añadía el sargento Matesanz que, naturalmente, no es lógico conducirlos en plan deportivo, señalando que en ese caso podrían resultar sobreviradores, siendo su principal defecto el manejo muy cuidado y sumamente responsable que exigen sus respetables dimensiones y su enorme valor intrínseco e histórico, así como su dirección, especialmente dura en parado.
Escrito por Ramón Roca, patrono de la Fundación RACE.
Bibliografía comentada
Revistas como el Boletín Informativo del Antic Car nº 3, Motor 16 en su nº 407, Gran Auto 16 en su nº 28 y Motor Clásico en sus nos 1 y 198 se ocuparon de los Rolls Royce Phantom IV, así como la Encyclopédie des voitures qui étonnèrent le monde de Graham Robson.
Por lo que se refiere a sus primeros dueños y a sus fechas de entrega, hay disonancias en la bibliografía consultada, por lo que se advierte que la lista de propietarios utilizada es la que figura en Rolls Royce and Bentley, the Crewe years de Martín Bennett y también se añade que las informaciones concretas relativas al Phantom IV actualmente en venta, anunciado en el ejemplar de septiembre de 2008 de Classic & Sports Car y al expuesto en Galdames, fueron aportadas por José Manuel Regueiro.
Igualmente, se consultaron los números 9 y 10 de 1980 y 9 de 1990 de Classic & Sports Car, así como el nº 172 del año 1957 de L’Autojournal, por ocuparse también esas revistas de los Phantom IV, al igual que Rolls Royce The elegance continues de L. Dalton y la obra de Paul R. Woudenberg, Illustrated Rolls Royce Bentley buyer’s guide.
Para el cálculo del coste de un Phantom IV en su época se manejaron datos procedentes del Numéro Catalogue de la Revue Automobile de 1952 y de la revista Autocar del 23 de octubre de 1953.
Por lo que se refiere a la historia de Rolls Royce en general, se consultaron el nº 753 de Le Moniteur Automobile, así como el nº 91 de Automóbiles Classiques.
Igualmente son de interés las referencias a la casa Rolls Royce contenidas en los nos 1059 de Le Moniteur Automobile y 39 de Automobilia. Las referencias a la marca Daimler proceden también de Le Moniteur Automobile, de su n. 1100.
Los datos relativos a los países en los que reinaban los dueños de los Phantom IV proceden de Selemundo 1967, de Los Windsor de Kitty Kelley y de Automobiles Classiques nº 51.
delarosa
23 de junio de 2014 a las 11:48Espectacular el Phantom IV. Hasta que no leí este artículo no fui consciente de la importancia de este coche para Rolls Royce y de lo increíble que es que haya tres en España pertenecientes a la familia real.
Ramón, increíble el trabajo de documentación. Imagino que para un modelo tan especial debe haber sido muy difícil conseguir tanta bibliografía.
Por cierto, también hay un cuarto Phantom IV en España, perteneciente a la colección Torre Loizaga, que perteneció a un Emir de Kuwait. Precisamente Diariomotor ha sacado un artículo sobre esta unidad:
http://www.diariomotor.com/2014/06/19/el-cuarto-fantasma-el-rolls-royce-phantom-iv-real-de-la-coleccion-torre-loizaga/
Sr Mango
23 de junio de 2014 a las 12:51Muy buen artículo, aunque no sienta ninguna devoción por sus actuales propietarios y directamente asco por el que los encargó. Como siempre, la culpa no es del coche. Creo que la actual rolls ha perdido el aura mística de los rolls de antaño. Me pareven ahora coches casi de mal gusto, quizá a excepción del nuevo wraith o del one off silver drophead coupe.
ramón
23 de junio de 2014 a las 14:30Gracias por vuestros comentarios.
Efectivamente, Oscar,suponte lo que costaría hoy carrozar de modo especial y blindar a 3 Phantom. Como podeis suponer, el estado debe usar todo lo posible estas carrozas intemporales – cada vez más – muy dificilmente sustituibles y cuyo «glamour» crece cada día que pasa.
Sr. Mango, tienes razón: los coches no tienen la culpa, son unos mandados. Imagínate la verguenza que también pasaría el Silver Ghost de Lenin.
arribi
23 de junio de 2014 a las 18:28coincido con la primera frase del Sr Mango, y también en que los coches no son culpables de nada.
había oído que los phantom iv eran importantes para rolls-roice, pero no pensaba que eran prácticamente la definición de la misma, lujo en mayúsculas, elitista (más elitista no podía ser) y caro.
como siempre, grandísimo trabajo, Sr Roca.
Pol
23 de junio de 2014 a las 20:14«[…] país que pretende entonces alinearse con el mundo capitalista, vencedor del nazismo en la última contienda.» Creo que el ejército Rojo tuvo algo que ver también…
Y tratar a Franco de general en vez de dictador también me parece un poco de mal gusto.
ramón
23 de junio de 2014 a las 21:57Gracias, Arribi. Efectivamente Rolls es lujo, elitismo y caro, todo a tope.
Creo que os habreis dado cuenta de que la tercera foto representa no a un Rolls, a un Hispano Suiza de 12 cilindros, o sea un J 12, el Hispano más poderoso, que se presentó a finales de 1931 y se fabricó hasta el final, hasta 1938.
jmr
23 de junio de 2014 a las 22:12Hola,
Muchas gracias por este tan histórico articulo dedicado a un coche tan enigmático para mi, a pesar de conocer modestamente los demás modelos de la marca. En mi vida solo he visto dos PIV, uno el 4CS4 el penultimo producido el cual lo tengo muy cerca de casa y otro el 4BP7 que perteneció a la Princesa Margarita, hermana de Isabel II, cuando ese coche estaba en venta en una tienda de coches clásicos en el Reino Unido y pedían por entonces unos 70 millones de pesetas, si no recuerdo mal hacia el año 98.
Son coches absolutamente impresionantes en cuanto a presencia y porte y mas sabiendo que estamos hablando de coches llenos de historia.
Franco solicitó, como bien ha comentado Ramón, una serie de coches con unas caracteristicas especificas de diseño y blindaje, por lo cual RR le contestó que ningún coche de su gama disponía de tales caracteristicas, emplazándole a que esperara un tiempo prudente ya que estaban desarrollando un nuevo modelo mas capaz. Siempre he tenido la duda, que de mientras se entrego un Silver Wraith pero no tengo pruebas ciertas.
Es curioso también el segundo PIV producido, el 4AF4 el cual lo utilizó la fabrica como vehículo experimental en forma de pickup utilizándolo como el «camión mas rápido del Reino Unido». A esta unidad se le montó a posteriori la caja de cambios automática con la que se entregó en otras unidades, desmantelando la unidad al completo hacia 1958.
Muchas gracias por tan fenomenal articulo.
Un saludo
jmr
Pepe G
24 de junio de 2014 a las 23:11Magnífico artículo Don Ramón. Muchas gracias.
El otro día viendo la televisión y sin perder el ojo a las 2 unidades del evento, pensé por qué Patrimonio Nacional no tiene un Hispano Suiza para estas ocasiones. No es mi intención generar ninguna discusión sobre las dos marcas, pero que bonito sería que Patrimonio Nacional tuviese un H6B para este tipo de actos, pudiendo presumir de coche español. El segundo príncipe de Inglaterra cuando se casó, salió con un Aston Martin haciendo patria. Aquí también tenemos Hispanos y Pegasines para sacarlos de paseo.
Saludos,
Pepe
Lasheras
24 de junio de 2014 a las 23:56Me encantan estos reportajes. Mi más sincera enhorabuena, estoy seguro de que documentarse para escribirlo ha sido todo un reto tratándose de un coche tan especial.
Por otro lado, no sólo son coches magníficos por su calidad, lujo y detalle -que, supongo, no por ser especialmente innovadores – sino que además representan un concepto tremendamente romántico y totalmente en desuso hoy en día: da igual que puedas pagarlo, no está hecha la miel para la boca del asno.
Es un ejercicio de soberbia tal, que hoy en día se convertiría en un fenómeno mediático de dimensiones bíblicas.
Lástima que las marcas, en un mercado de globalización donde el precio lo es todo y con los costes de desarrollo actuales no puedan permitirse un lujo así. Casi lo consiguió VW al lanzar el Bugatti Veyron, pero prostituyeron el proyecto de tal forma al lanzar tropecientas versiones especiales y reediciones que casi parece que se vendieron como churros.
Un saludo.
ramón
4 de julio de 2014 a las 15:45Gracias JMR, Pepe G y Lasheras por vuestras palabras.
Pepe, efectivamente, ya nos gustaría un Hispano Suiza entre las carrozas del Estado ( dicen que Alfonso XIII tuvo 30 y Alcalá Zamora, el primer presidente de la segunda república iba, como Companys, en Hispano Suiza )
Un admirador de Rolls
29 de octubre de 2016 a las 04:14Yo había oído una anécdota sobre los tres Rolls Royce Phantom IV del ejército Español, comprados para uso de la Jefatura del Estado como coches de representación.
Es relativa al coste de dichos coches, y no tengo pruebas documentales que puedan garantizar su certeza, ya que solo dispongo del testimonio verbal de quien me lo transmitió, que decía conocerlo a través de personas que trabajaban en el concesionario oficial de Rolls Royce para España, en esa época.
Según me contaron, esos tres coches habían sido encargados por un alto dignatario de algún país de Oriente Medio.
En el momento de formalizar el encargo se pagaba el 75℅ del precio del coche, con lo que se iniciaba el proceso de fabricación del mismo, pagándose el 25℅ restante a la entrega, una vez terminada su fabricación.
Por razones que no me contaron, cuando se iba a proceder a su entrega a quien los había encargado y pagado el 75℅ de su importe total, dicho personaje no pudo hacerse cargo dego de ellos, por razones que desconozco.
En ese momento llegó a conocimiento del Estado Español de dicha circunstancia, y a través del Concesionario de Rolls en España y de la embajada en Londres, se hicieron las gestiones para su compra por el Estado Español.
De esta forma, por el 25℅ quedaba por pagar, se compraron los tres coches.
En definitiva, por el 75℅ de lo que costaba un coche, se compraron los tres.
Así lo oí, y así lo he contado, aunque no tengo pruebas documentales que pueda aportar para garantizar la veracidad de este relato
ramon
5 de noviembre de 2016 a las 10:45Como venis apreciando, siempre escribo basando mis afirmaciones en fuentes reconocidas, que siempre preciso.
Esta afirmación que tú haces, yo no la desdeño pero no me parece asumible por ser simplemente tradición oral.
La historia nunca acaba de escribirse y – a mi modo de ver- debe basarse siempre en datos contrastados y fundados.
Pd
Intenté enviarte correos, pero todos me fueron devueltos por lo que pienso que tu correo está mal escrito.