Porsche venía disfrutando, gracias a sus 356 y 911, de unas ventas crecientes que a mediados los 70 comenzaron a descender, de modo que esa marca -donde no faltaban ni medios ni ideas- decidió un nuevo modelo al estilo del 924, que superara cualitativa y cuantitativamente la oferta del 911, al cual algunos empezaban a considerar como superado técnicamente.
La cosa no era para menos, pues tras los 15.415 Porsches vendidos en 1973, 9.915 fueron los vendidos en 1974 y tan sólo 9.424 en 1975.
Esa nueva oferta fue el llamado Porsche 928.
El 928 (1) era un cupé 2 + 2 de líneas suaves y redondeadas, caracterizado por un CX de 0,390, no tan favorable como sus formas debidas a Anatole Lapine sugerían, caracterizado igualmente por sus novedosos parachoques del color de la carrocería en la que se integraban, por su tercera puerta, por sus faros retractiles y por su equipo novedoso repleto de detalles, constituyendo todo ello un producto que se convertiría en el primer automóvil deportivo considerado Coche del Año, lo que ocurrió en 1978.
Las características más notables de los Porsche 928 eran éstas:
- Motor longitudinal delantero de 8 cilindros en V a 90 grados en aleación ligera y refrigerado por agua. Dicho V8 cubicaba entre 4.474 cc y 5.397, según las sucesivas versiones, y daba desde 240 a 350 cv.
- Caja de marchas de 5 velocidades; automática de 3 en los 928 y 928 S, de 4 en los S2, S4 y GTS y exclusivamente de 5 velocidades en el GT.
- Tracción trasera y conjunto caja-puente trasero con embrague bidisco.
- Frenos de disco ventilados y asistidos con doble circuito, con ABS desde 1984.
- Dirección de cremallera con asistencia variable.
- Suspensión independiente en las 4 ruedas.
- Carrocería autoportante de 4,44 m de largo, 1,83 de ancho y 1,28 de alto. Su peso inicial era de 1.450 kg que llegaron a 1.620 en el GTS, midiendo 4,520 m de largo desde la versión S4, la cual incrementó igualmente las dimensiones de sus neumáticos.
El 928 era un coupé GT cuyo estudió se inició en octubre de 1971, rompiendo con la tradición Porsche, dada su arquitectura transaxle como el 924 y dado su motor V8. Fue presentado en el Salón de Ginebra de marzo de 1977.
En ese Salón, donde se vieron por vez primera los Mercedes C230 y 280, o sea la serie coupé de los W123, (2) acompañaron al 928 otras novedades como el Rolls Royce Silver Wraith, el Volvo 262C, el Fiat 132-2000, el Alfa Romeo Alfetta 2000, el Lamborgini Cheetah con su motor V8 Chrysler, o ese precursor del SUV de tracción delantera que fue el Matra Simca Rancho, así como un prototipo Jaguar XJS 12, bautizado Ascot, carrozado por Bertone e, igualmente, la primera presentación internacional de nuestro logrado Seat 1200 Sport.
En el mercado de 1977, siempre tratándose de coupés deportivos de 4 plazas (3), el 928, que aquí no se importó oficialmente hasta 1980, iba a encontrar competencia.
Por ejemplo, en el mercado francés de 1977, sus 240 cv facturados en 154.500 francos franceses, competían con los 200 cv de un BMW 633 CSI tarifado en 123.700 o con los 250 de un Lamborghini Urraco P 300 que valía 149.000 francos, incluso con los 270 cv de un Maserati Kyalami, cuyo precio era de 185.000, o con los 217 de un Mercedes 450 que costaba 133.000 como SL y 153.000 como SLC, sin olvidar la oferta del Jaguar XJS de 287 cv, valorado en 130.000 francos franceses, o la del Dino 308 GT4 Bertone de 170 cv que se vendía en 122.000.
Dentro de su propio fabricante, sólo el 911 Turbo con sus 300 cv era vendido entonces, en sus comienzos, más caro que el 928, concretamente en 228.500 francos franceses, costando un 911 de 180 cv 107.000 francos y un 924 de 125 exactamente 69.900.
El 928 registró modificaciones (4) a lo largo de su carrera y fue producido hasta 1995, año en que cesó en el catálogo de su fabricante, en el que sólo seguía el incombustible 911, cuya versión 993 vino a reanimar el volumen de ventas de este modelo tras una continua bajada de ventas, especialmente en USA -a donde iba el 60 % de su producción-, caída provocada por el encarecimiento de su precio a causa de la devaluación del dólar, por los crecientes requerimientos legales allí promulgados contra el automóvil, al igual que por la competencia japonesa, con el Honda NSX en cabeza.
Al 928 de 240 cv de 1977, caracterizado por su única toma de aire delantera, sus llantas tipo teléfono y su ausencia de espoiler trasero, le siguió el 928 S desde septiembre de 1979. El 928 inicial se fabricó hasta 1982 y totalizó 17.710 unidades.
928 primera serie
El 928 S, cuyo V8 cubicaba ahora 4.664 cc y daba 300 cv, se distinguía por su espoiler y por su pequeño alerón trasero, así como por sus dos tomas de aire laterales delanteras, sus nuevas llantas y su embellecedor lateral. En 1982 cesó el 928 inicial y el 928 S en versión 1984 pasó a ofrecer 310 cv gracias a su inyección -ahora electrónica- LM Jetronic Bosch, a su compresión pasada a 10,4, al encendido electrónico y al corte de carburante en desaceleración, ofreciendo igualmente ABS opcional, que fue de serie desde 1986. El 928 S sumó 22.761 unidades fabricadas, lo que le convierte en el 928 más fabricado. Para la exportación había una versión S3 de 32 válvulas, dada su culata específica.
928 S
En la gama 1987 el S se denominó S4 dada su culata de 4 válvulas y su cubicaje de 4.957 cc que le permitía desarrollar 320 cv a 6000 rpm. Este S4 ofrecía un sistema que permitía detectar fallos de presión en sus neumáticos, así como datos relativos a 21 funciones diagnósticas y también diferencial de pilotaje electrónico PSD, con capacidad de bloqueo de hasta el 100 %. Externamente, su alerón trasero y su parachoques delantero y el trasero diferenciaban al S4, por su mayor alerón posterior y sus luces delanteras y traseras desbordantes. El S4 totalizó hasta 1991 exactamente 16.248 vehículos vendidos. En 1988 se ofreció un 928 S4 Club Sport con suspensión endurecida, escape doble y diferente árbol de levas.
928 S4 Clubsport
El 928 GT llegó en febrero de 1989, ofreciendo 330 cv gracias a un nuevo árbol de levas, vías más anchas en 17 mm y neumáticos de 225/50 y 245/45 ZR 16 en llantas que pasaban de 7 a 8 pulgadas delante y de 8 a 9 detrás, dotado igualmente de doble salida de escape. Las unidades fabricadas del 928 GT, 1.626, le hicieron el más raro de los 928.
Una nueva bajada en la cifra de producción de Porsche a principios de los 90 llevó al fabricante a modificar su producción, ya consciente de que el 928 no supliría al carismático 911, lo que no obstó a la aparición en la primavera del 92 del último de los 928, el 928 GTS, que cubicaba 5.397 cc y daba 350 cv. El GTS, con su imponente alerón trasero, su trasera ensanchada y su banda luminosa recorriendo toda su trasera, fue fabricado hasta 1995, sumando un total de 2.709 unidades.
928 GTS
La prensa se ocupó del 928 y así L’Automobile publicaba su prueba en diciembre de 1977 (5). En ella destacaba que el 928 no sólo tenía cualidades, sino que era realista hasta el extremo de reconocerlo como adecuado para una supuesta clientela deportiva de Rolls Royce, clientela en la cual la deportividad estaría más en el corazón que en el acelerador. Más en concreto, tras definir su estética como controvertida, le reconocían un notable equipo muy automatizado, una conducción simple, normalmente neutra pero subviradora si se le exigía demasiado, al igual que un funcionamiento seguro y brioso, pero no rabioso, y lo consideraban adaptado al tráfico actual a pesar de su visibilidad trasera insuficiente por causa de la inclinación de sus cristales posteriores. La dureza de su caja de velocidades o las excesivas inclinaciones de su carrocería, especialmente en malos pisos, eran otras deficiencias señaladas.
En esta misma prueba cronometran al 928 a 226,4 km/h de velocidad máxima y le miden 15 y 29 segundos para hacer los 400 y los 1000 m desde parado, cifrando su consumo entre los 12,7 y los 21,5 litros cada 100 km.
Continuando con prensa extranjera, L’Autojournal lo definía con esta sentencia: “928 razones para apreciarlo”. El probador de esa revista, André Costa, escribía que “el placer que le había causado conducirlo quedaría mucho tiempo en su alma”, extendiéndose en elogios para su estabilidad, frenos, dirección, equipo, acabado y silencio de marcha, destacando también sus prestaciones, su consumo, asientos, suspensión y caja de velocidades; sus únicos reproches eran para su anchura, para los límites poco definidos de su carrocería y por causa del acceso a su maletero.
Volviendo a L’Automobile (6), esta publicación se ocupaba en marzo de 1980 del 928, ahora 928 S, y sintetizaba así sus impresiones: “Para soñar y mucho más”.
Interior 928 vs 928 GTS
Tal aserto se basaba tanto en el reconocimiento de unas prestaciones sorprendentes (247 km/h de velocidad máxima y 26, 97 segundos para hacer el km desde cero) y de un motor silencioso y suave, secundado por un frenado de calidad y un equipo neumático bien adaptado, como en su equipo completo o en su consumo razonable (14,2 litros cada 100 km a 130 km/h de media), todo ello sin olvidar sus muchas opciones o la inestabilidad de su dirección en mala carretera, así como su deficiente visibilidad postero-lateral y otros flecos tales como su escasa protección lateral, sus faros retráctiles y su primera velocidad colocada frente a la marcha atrás.
La aparición del 928 S4 mereció de nuevo la atención de L’Automobile (7), al que definió como “Todavía más” o como “Fabuloso devorador de grandes distancias, que parece haber encontrado su verdadera personalidad”.
En otras palabras, en esta revista, aun reconociendo el elevado consumo del 928 S4, sus ruidos aerodinámicos a partir de 180 km/h y su dirección poco asistida a baja velocidad, le describían como “un coche de sport casi perfecto”. Basaban tales afirmaciones en la extrema docilidad de su V8, que permitía rodar en quinta a 1500 rpm y saltar de 50 a 260 km/h, añadiendo además que “rodar en él a 230 km/h equivalía a rodar a 130 km/h en la mayoría de los coches, con un paso en curva por encima de toda sospecha”.
Las prestaciones medidas al S4, que incluía frenos con ABS, se cifraban en una velocidad máxima de 262,5 km/h y un tiempo de 26,43 segundos para hacer el km desde parado, situando su consumo en 10,8 l cada 100 km a 120 km/h.
Seguía L’Automobile con los 928 y se refería al nuevo 928 GT en 1989 (8) como “Porschissimo”, sentencia que no requiere otra explicación y sentencia que se basaba en que este 928 era un coche fabuloso que no se olvida, aun cuando su reputación no llegase a la altura de la del 911, que es un monumento, señalando que el 928 GT era un coche fuera de lo corriente que sigue aportando placer de conducción.
Con todo, el 928 GT presentaba una suspensión algo blanda y un ruido de neumáticos valorable, defectos que, aun habida cuente de su obligado alto precio, distaban de prevalecer sobre su confort, su comportamiento y frenado, o su alta seguridad y elevadas prestaciones (274,8 km/h de velocidad máxima y 25,68 segundos para hacer el km desde cero).
La saga del 928 acabó con el 928 GTS (9) y L’Automobile lo definió esta vez como “Un ángel diabólico” pues ya se había convertido en una leyenda y ofrecía ahora todavía más potencia, más par, más anchura y seguía siendo tan bello como siempre. Aun así, tenía sus horas contadas, sin haber podido suceder al 911, quedándose como un valeroso príncipe que no había podido subido al trono, donde el rey 911 continuaba reinando.
Su temperamento seguía calificándose de excepcional y, al mismo tiempo, como de todavía más suave; su seguridad aumentaba con su diferencial autoblocante derivada de la del 959 y con la aportación del airbag y, por otro lado, su homogeneidad le hacía agradable en ciudad gracias a su proverbial elasticidad y eficaz en conducción deportiva, de modo que los ruidos aerodinámicos a partir de los 120 km/h eran todo su problema.
Para rematar, hay que decir que los 928 son fiables pero su mantenimiento es caro y exigente, y sus piezas están tarifadas en exceso, por lo que un libro de mantenimiento es más que exigitivo, ya que el 928 es más complejo que un 911.
En concreto, se registran unos accesorios eléctricos de muy deficiente calidad, problemas con los inyectores mecánicos iniciales y con las culatas de 4 válvulas, así como fugas en su dirección asistida y embragues que no rebasan los 80.000 km, todo al lado de plantas motrices que parecen llegar al millón de km.
Su carrocería no teme la corrosión, pero la correa de distribución debe de reemplazarse cada 80.000 km, el aceite cada 10.000 km, lo que debe de acompañarse de puesta a punto y revisión de correas auxiliares; los 928 no sufren problemas de calentamiento, pero los GTS consumen aceite, 1,5 l- incluso 3- cada 1000 km. Como se dijo, un embrague no rebasa los 80.000 km y hay que señalar que las cajas automáticas, de origen Mercedes, son menos onerosas. Los trenes rodantes son complejos, pero los neumáticos raramente resisten 20.000 km, soportando los discos de freno hasta 150.000.
Curiosamente, el acabado no era del todo alemán, envejeciendo muy prematuramente los cueros, las moquetas y los botones de mando, especialmente en las primeras series, que además sufrían problemas de conectividad, con expresión en elevalunas y en la muy mal ubicada bomba de los limpiaparabrisas.
En resumen: un Porsche para los americanos, un brindis de su fabricante a su principal clientela basado en un poderoso V8.
Escrito por Ramón Roca, patrono de la Fundación RACE.
Bibliografía comentada
- Rétroviseur nº 151 se ocupa del 928, detalla su evolución y aporta la cifra de unidades fabricadas, así como detalles concretos relativos a su fiabilidad y a sus características, refrendadas éstas en sus catálogos, destacando de ellos el inicial que presenta un 928 verde con sus llantas de teléfono y su característico tapizado en damero
- Motor Mundial nº 387 relata el Salón de Ginebra de 1977, así como L’Autojournal en su nº 6 de 1977
- Los numéros catalogue L’Automobile y L’AutoJournal desde 1977 a 1995 detallan su evolución y situación en el mercado
- Rétroviseur nº 274 relata detalles característicos de los 928
- L’Automobile nº 378 de diciembre de 1977 prueba al 928 y también L’Autojournal en su nº 18 de 1977
- L’Automobile nº 405 de marzo de 1980 prueba al 928 S
- L’Automobile nº 485 de noviembre de 1987 prueba al 928 S4
- L’Automobile nº 518 de agosto de 1989 prueba el 928 GT
- L’Automobile nº 551 de mayo de 1992 prueba el 928 GTS
- Un ejemplar gris de Porsche 928 de 1979 puede verse en detalle y oírse evolucionando en el blog Documentos del Motor.
nachetetm
21 de marzo de 2016 a las 10:11Lo único criticable del artículo es no haberlo publicado antes :-)
Muchas gracias por escribir sobre uno de mis unicornios, de esos coches que marcaron mi niñez y me convirtieron en el «petrolhead» que soy ahora. Está en mi podium infantil, junto con el Testarossa y el F40.
Estoy recordando una tarde de sábado de hace mucho tiempo. Yo tendría 8 o 9 años y el concesionario Porsche de Alicante de aquel entonces (en aquella época vendían Porsche y Saab conjuntamente, imaginaos lo que era la marca sueca) organizó una jornada de puertas abiertas. Allá que nos fuimos toda la familia; yo pude montarme en un magnífico e inconmensurable S4 y me traje para casa un fantástico catálogo del 928 que desafortunadamente ya no conservo. Si mal no recuerdo el S4 valía a 14.600.000 de pesetas, que por aquella época equivaldría a comprarse un chalet. Lo recuerdo lleno de botones no muy bien ordenados, como una nave espacial. Y ahora que he visto algunas fotos antiguas de catálogo me he acordado de lo fantásticos que eran esos catálogos, pura poesía fotográfica.
Siempre soñé con tener uno y durante años estuvieron al alcance. Desafortunadamente con esta fiebre Porschista de los últimos dos años temo que se han escapado de precio.
Jose
21 de marzo de 2016 a las 10:32Estupendo artículo, apenas unos pocos detalles se escapan de mi punto de vista, como en el penúltimo larrafo donde indicáis que envejece prematuramente. Dependerá de unidades, pero a las dos o tres que he tenido acceso, por suerte, conservaban el interior como nuevo y, como detalle, todos conservan el mismo olor característico Porsche.
Por cierto, en la comparación de interiores entre la primera serie y el GTS, La primera foto corresponde a un 924 o 944 primera serie. El interior de los 928 era igual durante todas las series, solo cambiaban tapizados, el reloj que en algunos era analógico y en otros digital, y el cuadro de instrumentos, pasando de ser 100% analógico a incorporar unas pantallas con ordenador de abordo a partir del modelo de 1990.
delarosa
21 de marzo de 2016 a las 11:11@Jose
Toda la razón en lo de la foto, ya está corregida. Las ganas de poner esa tapicería ajedrezada me pudieron y puse esa foto que tenía guardada desde hace tiempo sin fijarme que correspondía, como bien dices a un 924 de primera serie.
Gracias
alberto
21 de marzo de 2016 a las 11:53Muchas gracias por el artículo, Ramón. Para mí, uno de los mejores coches de cualquier época. Puso a los GT en otra era. Recuerdo viajar en uno de los primeros 928S y realmente aquello era otra galaxia respecto a lo conocido.
Yo también iba a comentar lo del interior, no tanto por el error en sí, sino porque soy auténtico fan de ese «layout» con el cuadro de instrumentos acoplado al volante y consola tendida, que hererdó bastante el NSX .
ramon
21 de marzo de 2016 a las 15:47Gracias Nachete por tus recuerdos tan auténticos, gracias Oscar por tus precisiones y gracias José y Alberto por vuestros comentarios.
Añado que lo de los interiores envejeciendo lo tomé de Retroviseur, como indico en la bibliografía. He de decir que a mí también me extrañó, pero, vista la fuente, transcribí el comentario.
Giuseppe
21 de marzo de 2016 a las 20:30Qué ilusión leer un artículo de D. Ramón sobre el 928!!…unos cuantos kilómetros llevo en la espalda, encajado en las plazas traseras cuando era pequeño. Tampoco estoy de acuerdo con la revista en lo del envejecimiento prematuro de los materiales, pero supongo que todo dependerá del trato que se le de al coche. Curiosamente hace poco un amigo realizó un reportaje sobre un 928 del 79 que se puede ver en su página web…
http://documentosdelmotor.com/noticia/61-porsche-928-79
arribi
21 de marzo de 2016 a las 22:21Gran artículo, como siempre. El 928 es un coche que me gusta mucho, sobre todo las últimas unidades, que añadían un poco de pimienta tanto a la estética como a la mecánica. Es un GT con todas las letras (2, en este caso XD).
Por cierto, Ramón, cuando indicas que tenía una caja con la primera velocidad alineada con la marcha atrás, te refieres a que es una caja «dogleg» o pata de perro ¿verdad?
Un saludo!
David Cura Merino
21 de marzo de 2016 a las 23:05Otro magnífico artículo sobre otra joya. Conseguí hacerme con un S4 hace ya tres años y no hay un solo día que no me sonría al arrancarlo. De hecho, me lo llevé a vuestra presentación en el Jarama.
Hoy en día se percibe como un coche «moderno» con un aplomo actual en la manera de pisar. No quiero ni pensar en la época en la que salía del concesionario…
Es sin duda el concepto de Gran Turismo en su máxima expresión.
La verdad es que con este coche dieron rienda suelta a los ingenieros de Porsche y se nota en lo revolucionario de muchas áreas de su diseño y también, lógicamente, en lo complejo de algunas de sus partes. Como ejemplos: el diseño de la suspensión trasera que provoca una ligera «guiñada» de las ruedas posteriores para mejorar aún más la estabilidad en curvas a alta velocidad… El PSD… El ordenador de abordo… Y una de las correas de distribución más largas que se han empleado en vehículos se serie… Por no hablar de la caja de fusibles, digna de un 747.
Como bien comenta el artículo, con un mantenimiento adecuado (que es lo que merecen todos los vehículos) es literalmente indestructible.
Es un placer para la vista y, sin duda, también para el oído.
David Cura Merino
21 de marzo de 2016 a las 23:09Por cierto, el interior original 26 años después intacto. Y sí, es cierto, conserva ese olor característico. Qué curioso!
murciélago
22 de marzo de 2016 a las 13:55Arribi,
sí, las marchas tenían disposición “dogleg”. Supongo que se tratara de la caja Getrag parecida a la de mi 931 y la del 937, que iba colocada delante del eje trasero, como se puede observar en la penúltima imagen, y que derivaba de la de los 911 “pre-bumper”.
Todos los demás Porsche transaxle (los 924 atmosféricos, los 944 y 968) llevaban una caja de derivación Audi colgada del eje trasero con disposición de las marchas convencional (4, 5 o 6 marchas según el modelo).
murciélago
22 de marzo de 2016 a las 16:29Voy a partir del dato de su CX, 0,39 —que yo recordaba ser bastante peor, 0,45 o incluso 0,50— para hacer alguna consideración sobre su diseño.
Quizás lo que más choca es comparar este dato con el del 924 de Harm Lagaay de 1976, por el que Porsche declaraba un estratosférico para la época 0,30, supongo que en su versión básica sin alerón trasero ni espejo derecho. Es sorpendente porque el 928 de Lapine comparte muchos patrones estilísticos con el 924 de Lagaay, pero es que aquí está la diferencia entre los dos tipos de diseño.
Harm Lagaay recurrió, en la más pura tradición germana, al funcionalismo, donde la forma ha de seguir la función: primero intentó conseguir para su 924 un coeficiente de penetración lo más bajo posible gracias al concepto de “coda tronca”, sólo después se preocupó de que la trasera resultara lo suficientemente atractiva. Lapine al contrario antepuso la forma a la función, despreocupándose de la aerodinámica y buscando conseguir para su 928 una trasera espectacular. Lo que pasa es que su diseño redondeado creaba uno remolinos de aire que terminaban frenando el coche.
Valga el dato de velocidad máxima de 226 kmh del primer 928 de 240 cv, facilitado por L’Automobile, comparados con los 227 kmh alcanzados por Quattroruote en 1979 con el 924 Turbo de 70 caballos menos.
Desde un punto de vista únicamente estético, si la trasera del 924 se puede definir bastante elegante y esbelta, la del 928 es ya pornografía pura. Sin duda uno de los culos más escandalosos de los últimos cuarenta años. A mi modesto parecer sólo el Countach consigue hacerle sombra.
Que el mal dato del coeficiente de penetración del 928 se debiera a la forma de su trasera quedó demostrado por Günther Artz. Este señor era un concesionario alemán de VW, Audi y Porsche que se divertía realizando alguna que otra transformación sobre los coches que vendía. A partir de 1980 le dio por realizar unos “shooting-brake” sobre base Porsche, transformando primero un 924 Turbo y luego un 928 S. Pues bien, si por un lado su 924 Turbo “break” no conseguía mejorar la velocidad máxima del modelo original, su 928 S “break” pasaba de 250 a 260 kmh gracias a su mucho mejor aerodinámica.
Una última consideración sobre el diseño del 928. Soy de los que creen que Lapine se inspiró un poco en el prototipo Testudo de Bertone de 1963, realizado sobre la mecánica del Chevrolet Corvair:
http://www.boldride.com/ride/1963/bertone-corvair-testudo/
Como siempre, Don Ramón, un articulazo como para quitarse el casco.
ramon
22 de marzo de 2016 a las 19:40David, Murcielago, Arribi y Giuseppe, gracias por vuestras observaciones basadas en vuestro recuerdos y en vuestra erudicción que enriquecen lo escrito.
Roberto
26 de marzo de 2016 a las 19:18Por cierto, con lo que nos gusta fijarnos en los detalles, no he visto que nadie haya comentado que la señorita apoyada en el 928S plateado con las llantas de dial telefónico («dialphone»), NO lleva un tanga oscuro.
Roberto
26 de marzo de 2016 a las 19:50Pues igual me he equivocado y no es un 928S sino un 928,.
Curiosamente, ambos sujetos en la foto obtuvieron sus títulos correspondientes en años consecutivos: El 928 «Coche del año» en 1978 y Monique St. Pierre «Playmate of the year» en 1979.
También hay que tener en cuenta que posiblemente para los EE.UU. el 928 se presentó como «Model year 1979».
Por cierto, parece ser que el 928 fue el coche que recibió Monique de la revista como parte de la dotación por ser elegida «compañera de juegos» del año.
PS: Google y Jalopnik son increíbles.
César C.
1 de abril de 2016 a las 09:17Gracias Sr. Roca por el reportaje tan claro y documentado sobre el 928. Por lo que he visto era frecuente que las primeras unidades fueran transformadas en 928 S al equipar sus llantas, alerón trasero, tomas de aire en faros…
Un modelo así aparece en un vídeo que Documentos del Motor de dedicó al 928, por ciento, muy recomendable.
https://www.youtube.com/watch?v=WL7fHFU_0VM
ramon
1 de abril de 2016 a las 12:40Gracias Cesar y Roberto por vuestras aportaciones
Roberto, a ver si alguien te acusa de…, yo no. Más aun, es clasico en la historia del automóvil asociar mujeres y coches
En cuanto al video al que aludes, Cesar, reitero que me parece una excelente ilustración para lo que yo escribí.
Maylon
28 de diciembre de 2020 a las 11:21Alguna vez algún Porsche Strosek 928 llego a alcanzar los 300km/H