Cada vez que pensamos en disfrutar con un coche siempre volvemos a los mismos conceptos: ligereza, potencia, tracción trasera, velocidades ilegales… Sin embargo, siempre pasamos por alto uno de los factores más importantes en esta ecuación de diversión: la superficie sobre la que rodamos.
Todas nuestras conversaciones giran en torno a lo mismo, que si tales roscadas mejoran el paso por curva, que si las Michelin son mejores que las Continental pero son más caras, que si tal repro te sube 1000 CV y el 1.6 sigue siendo fiable; todo muy bonito. Pero ¿Por qué no volver a lo básico? Volver a la esencia de la conducción, no todo son tiempos por vuelta ni fuerza bruta ni fibra de carbono a raudales.
El último vehículo que hemos probado tiene más de rally, de drift y de moto de agua que cualquier coche que hayamos probado últimamente: BMW M4 GTS, Audi R8 V10… no es un vehículo al uso sino que es más bien un capricho, pero un capricho MUY divertido y que nos devuelve a los orígenes de la conducción.
Con todos ustedes el Can-Am Commander XT. Este «bicho rabioso», tal y como podéis apreciar en las fotos, es un buggy multiusos perteneciente a la empresa canadiense Can-Am, subsidiaria de Bombardier. Ambas marcas son unas viejas conocidas; desde luego yo las conocía como marcas de quads, motos y motos de agua. Por favor no confundir con el campeonato Can-Am que tan buenos momentos nos ha brindado.
Está claro que no es el clásico coche que esperabas encontrar en 8000vueltas pero sin duda nos deleita con unas sensaciones mucho más intensas que otros «aparatos» que hemos probado.
Empezaré haciendo un cuadro con las características generales del Commander XT. Comenzando por el motor, que es lo que más nos gusta al fin y al cabo a los quemados de este mundillo. El XT emplea un motor Rotax en V de 2 cilindros con 4 válvulas por cilindro, 976 cm3 de cilindrada y 85 CV refrigerado por agua. En opción se puede equipar uno de 800 cm3 con 71 CV.
La transmisión puede seleccionarse entre tracción a las ruedas traseras o tracción total con solo pulsar un botón. El Can-Am emplea un diferencial viscoso (Visco-Lock) que percibe cuando es necesaria la tracción total y automáticamente engrana las ruedas delanteras. Esto unido a un acelerador “inteligente” favorece una conducción más cómoda si es eso lo que estamos buscando.
En cuanto al peso se queda en unos escuetos 586 kg en seco. Quizás para un aparato de estas características sea algo excesivo pero hay que tener en cuenta que aparte de la tracción total, el buggy cuenta con numerosas protecciones y una estructura de seguridad que incrementa el peso de un modo considerable. Diremos en defensa del XT que todas estas protecciones son absolutamente fundamentales para ir rápido. No os imagináis la cantidad de ramas, rocas y demás objetos que impactan contra el buggy. Aparte hay que llevar gafas y ropa típica de montar en moto porque te pones perdido de agua, barro, piedras y pájaros incrustados.
Volviendo a las características funcionales, decir que con un depósito de casi 40 litros, el XT es perfecto para hacerte rutas tranquilamente, rutas de bastantes kilómetros sin preocuparte por el consumo. Eso sí, como le pises, el Rotax empieza a hacer de las suyas y traga más que Ernesto de Hannover en una comunión.
Indicar también que caben unos 270 kg en la zona trasera a modo de pick up y que posee un gancho en la zona delantera capaz de soportar hasta 2000 kg. En versiones parecidas a este XT, hay opción de montar 4 asientos en vez de la zona de carga trasera.
Al tratarse de un vehículo con matrícula agrícola, sí puedes circular por carretera, pero no por autopistas ni autovías. Se asemeja a un tractor: legalmente no puedes pasar de 45 km/h, no es obligatorio el casco (aunque altamente recomendable), solo puedes llevar un pasajero (salvo vehículos homologados para dos plazas como es nuestro caso), el seguro y el impuesto de circulación es más barato y se puede conducir con el carnet de coche.
Perfecto para la tundra siberiana, aunque el nuestro en amarillo pollo no lo haría tan bien
Vamos ahora con lo que nos interesa de verdad: cómo va el «aparato» en sí.
Lo primero que te cruza la mente cuando te montas en el XT es su sencillez. El puesto de conducción es bastante espartano. El volante es simple y sin estridencias al igual que la consola. Ahí tenemos los típicos botones de selección entre tracción trasera y tracción total, otro interruptor con la típica palabra “Sport” y poca cosa más. La palanca de cambios entre los modos P, R, N, H (directa) y L (Reductora) es lo único que sobresale de la zona del reposabrazos derecho junto a un asidero para el copiloto. La visión de lo que tenemos por delante de nosotros es bastante buena aunque esto cambia radicalmente cuando montamos el cristal frontal de protección. Este cristal, que en principio cumple una función fundamental, se llena de barro en cuanto llevamos unos cientos de metros recorridos por lo que impide enormemente ver lo que tenemos delante. Es prioritario entonces ir memorizando todos los obstáculos que vamos viendo en la lejanía ya que cuando nos empezamos a aproximar a ellos, perdemos su visión por completo. Rocas, surcos, ramas, subidas y bajadas son ahora algo a estudiar con tiempo.
Sencillito
Cuando empiezas a circular, cuesta acostumbrarse a su caja de cambios ya que es “de una sola marcha” (transmisión CVT), a modo de scooter. A baja velocidad esta se acopla de modo un poco brusco por lo que tenemos que cogerle el truco. Lo otro a lo que te tienes que acostumbrar pero que no tiene remedio es la dirección a baja velocidad, más cercana a un coche de choque que a un vehículo off-road. Es espantosa por debajo de 10 o 20 km/h cuando empiezas a circular o cuando tienes que sortear algún obstáculo bastante crítico. Es una dirección dura y dado lo filtrado de la suspensión es casi imposible atinar por donde vas. Si a esto le sumas la nula visibilidad de la que hablábamos previamente, conducir en modo trial es una tarea harto complicada.
Todo esto lo olvidas pronto. Como todos somos novatos con estos vehículos, vas cogiendo poco a poco confianza, lo que te provoca una enorme sonrisa en la cara. He visto gente en el Jarama o en los karts que se frustra por ir haciendo cada vez peores tiempos o trazadas incorrectas. Eso ocurre cuando alcanzas tu tope de piloto y a partir de ahí solo puedes mejorar con cursos intensivos y especializados en la materia. Aquí sin embargo tienes un enorme recorrido desde el primer momento en el que te subes al XT.Es cierto que los primeros metros son de verdad horribles. Entre la dirección, la caja de cambios y las subidas y bajadas crees que la experiencia va a ser terrorífica. Pero una vez que ves que el buggy empieza a subir TODO lo que se le pone por delante, empiezas a confiar en él (y de qué manera). El motor puede con todo, bajo ninguna circunstancia te falta potencia y menos aún en los rangos de velocidad que te empiezas a mover. Las protecciones son sólidas y revientas a tu paso cualquier rama con sus hojas o cualquier tronco tirado en medio del camino. Asimismo, aunque el barro no para de volar a tu alrededor, con ir provisto de unas buenas gafas será suficiente. Recomendable ir con la boca cerrada a pesar de la excitación que te empieza a embargar; lo digo por experiencia, porque pude degustar el arcilloso sabor de la tierra del pantano de Entrepeñas.
A los 10 minutos de haberte enfundado los guantes y haber puesto en marcha el Rotax de 1000, te crees Carlos Sainz en pleno Dakar. Esto, obviamente, no es más que una ilusión provocada por la mejoría que vas experimentando a bordo del Can Am. Cuando empiezas a atravesar los caminos sin importarte lo que encuentras a tu paso ni a los lados, cuando empiezas a perseguir animales que te salen al cruce, cuando los charcos de barro se vuelven invisibles a la vista y cuando el zumbido del motor envuelve la cabina, es entonces cuando descubres la magia de lo que tienes entre las manos.Pie a fondo, contravolante ligero, vista al fondo y buenos arrestos es todo lo que necesitas para aullar de felicidad. El culmen de este vehículo, al menos de lo que he podido probar hasta el momento, es llevarlo a una explanada embarrada y allí dar rienda suelta a tus instintos más primarios. Con una confianza que va progresivamente en aumento, empiezas a circular de lado aprovechando los 85 CV del molinillo que llevas debajo del capó. A pesar de la sensación de inseguridad por la altura del buggy, este consigue deslizar cual bailarina del ballet ruso en pleno Lago de los Cisnes. Es cierto que la superficie es la idónea, terreno embarrado pero un poco duro, lo suficiente como para que el XT no traccione y acabe volcando. Aun así, en cualquier lado puedes salir derrapando y lanzando piedras al aire como si no hubiera mañana. Son estas sensaciones las que te vuelven a enamorar de la conducción. El poder salir derrapando con tanta facilidad, el poder hacer virguerías sobre cualquier superficie y el ser capaz de ponerte a cierta velocidad en medio del campo es algo inigualable. Debería probar el drift a ver si es tan divertido como cuentan…
Dejando rastro…
Este Can-Am es un «cacharro» divertidísimo, no quieres bajarte de él bajo ninguna circunstancia. Ni siquiera de copiloto dejas de disfrutar, aunque va a depender de tu conductor lo asustado que vas a ir. Es un vehículo que te permite hacer cualquier cosa en el campo y que tiene un recorrido de mejora casi infinito. Aquí los tiempos no dependen tanto del setup del coche como en un circuito sino que son un 90% responsabilidad del piloto. Saltar en los cambios de rasante, aguantar el derrapaje durante metros y metros es algo que solo consigues a base de práctica y agallas. Está claro que nos gustaría un Can-Am con 200 CV, pero creo que recorrido más que de sobra con este pequeño diablillo.
Ha sido todo un privilegio coger este Can-Am Commander XT de muestro amigo Juan. El saber que el bólido me está esperando en un garaje próximo al Pantano de Entrepeñas es algo que me reconcome por dentro. Confío en poder volver a poder ponerme a sus mandos próximamente…
Las espectaculares fotos esta vez no son de Francisco Carvajal, sino de Nicolás Pusso (Instagram @nicopusso). Muchísimas gracias por aguantar estoicamente las nefastas condiciones climáticas durante la sesión de fotos. Aún con todo salieron unos fotos increíbles.
willy wonka
17 de febrero de 2017 a las 12:01Sois el blog mas caro del mundo.vuestra es la culpa de que deseemos aparatos y hierros que no necesitamos,
culpables de 4 de mis últimos coches,y ahora empieza a nacer en mi la incipiente necesidad de tener un buggy de casi 600 kilos,y cabina pick up para alguien que solo ve el campo en postales y cuadros de paisajes…..
ya me lo dijo un amigo argentino que decía :mido 1,90 cm atlético soy rubio y tengo los ojos verdes, desde pequeño siempre he querido medir 1,60 tener el pelo rizado y moreno ser paticorto y jugar al fútbol como maradonna….
M.Díaz
18 de febrero de 2017 a las 14:03Como me gustan estos cacharros… sin grandes pretensiones, con lo mínimo, ni prestaciones de otros mundos pero con los que te los pasas pipa.
arribi
21 de febrero de 2017 a las 20:39«no todo son tiempos por vuelta ni fuerza bruta ni fibra de carbono a raudales». Amén.
PD: Quiero un cacharro de estos.
PD2: Aquí otro que tiene pendiente eso del drift.
delarosa
22 de febrero de 2017 a las 13:27Quiero probar uno, me parecen lo máximo en diversión.
Me ha encantado la prueba
Carlos Soteras
22 de febrero de 2017 a las 17:16@delarosa
Lo tenemos cerca, una llamada y le damos caña !
Lázaro
28 de febrero de 2017 a las 10:52Que bueno! no me importaría nada tener uno para montar al perro y perderme por la montaña!
Un abrazo!
Nacho
23 de julio de 2017 a las 07:01Yo estoy al lado en Escamilla y esto debe ser la zona del pantano pegada a Sacedon, verdad?.
Comparado con los Polaris RZR, cómo lo veis? .
Qué mantenimiento tienen?.
Cómo mola «el cacharro»!!!