Con esto de la crisis, últimamente, me ha dado por comprar lotería e, inevitablemente,  a pesar de las reducidas posibilidades, al final acabas imaginando como sería tu vida con unos cuantos millones de euros en tu cuenta corriente. En mi caso, obviamente, iba a comprar coches a discreción. No obstante, la imagen que viene una y otra vez a mi cabeza es digna, espero, de ser contada: un coche, una carretera, un destino.

Al más puro estilo gentleman driver – siempre me ha gustado lo que ello representa- trataría de emular a uno de los más grandes y carismáticos personajes, James Dean, y por tanto, no sería un coche británico- un Jaguar E-type o Aston Martin DB5 no hubieran sido una mala elección desde luego-  si no uno alemán, uno con leyenda trágica a sus espaldas, un widow maker, un Porsche 550 Spyder, un auténtico “little bastard”.

Para los que no conozcan la leyenda que rodea a este coche, apuntaré rápidamente que James Dean murió a sus mandos el 30 de septiembre de 1955, circulando a más de 160 km/h por carretera abierta al tráfico cuando se dirigía a Salinas, dónde se celebraba una carrera de coches en la que tenía pensado participar. En un principio James había encargado un Lotus Mk.X pero, debido a un incumplimiento con los plazos de entrega de los británicos, Dean se vió obligado a comprar el 550 Spyder. Desde el mismo momento en que llegó a sus manos, el propio Dean lo definió como “malévolo” mientras que Guiness, otro actor de la época, le advirtió de que se mataría en menos de una semana. Casualidad o no, así fue , pero lo más curioso de la historia es que varias partes del Spyder, motor y caja de cambios,  fueron “donadas” a otros vehículos de carreras que poco tiempo después acabaron con las vidas de sus pilotos.

Meses después, se produjo un incendio en la nave dónde se guardaban los restos del siniestro. Todo quedó devastado excepto un pequeño chasis, ex James Dean, que posteriormente fue reconstruido para un exhibición que, como no, acabó en tragedia.

No fue el fin de la leyenda negra, ya que años después cuando el coche era transportado, el camión en el que viajaba sufrió un accidente, el conductor cayó del camión en marcha y «casualmente» fue aplastado por el Spyder que se había desprendido del remolque.Probablemente todo haya sido exagerado ligeramente pero desde luego el hecho de llevar un coche malévolo tiene su encanto.

Siguiendo con el artículo: probablemente elegiría principios de otoño, cuando las hojas amarillean y empiezan a caer sobre el asfalto, un asfalto limpio, desierto pero no moderno, no una carretera hecha con tiralíneas sino una bonita carretera de montaña, de las que siguen la orografía, estirando los 110 cv del 4 cilindros Boxer refrigerado por aire mas alla de las 6000 rpm. Jugando con su duro cambio de 4 relaciones y sintiendo la ligereza que otorgan 550 kg, conduciendo rápido pero no al límite, disfrutándolo, sintiéndolo.

Obviamente un coche de estas características en un lugar como este exige cierto rigor en la vestimenta así que optaría por una cazadora de cuero marrón de estilo clásico de la propia Porsche, unas gafas Ray Ban también clásicas y un Tag Carrera RS2 en mi muñeca izquierda.

Finalizando el viaje en un hotel al borde de un precioso lago en Suiza y puestos a pedir, todo ello acompañado por una dama a la altura de las circunstancias.

Que le vamos a hacer, uno que nació para ser rico.

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