La prueba del 500 Abarth nos había dejado una espinita que nos queríamos quitar. Su chasis nos había convencido en circuito, pero la combinación de su batalla corta, neumáticos con buen nivel de agarre, y peso contenido podrían convertirle en un arma perfecta en el entorno adecuado: una carretera de montaña cerrada. ¿Sí? ¿No? ¿Por qué no buscar un rival y comprobar si el pequeño Abarth es el rey en estas condiciones?

Rival, rival… No había que equivocarse. Tendría que ser lo más igualado posible. Lo que hicimos para elegir el coche fue muy simple pero muy a lo 8000vueltas. Cerramos los ojos e intentamos quitarnos de la cabeza por un momento la idea de coche simpático, y pensamos lo siguiente: es coche italiano mejorado por un preparador italiano, con batalla corta, es gasolina turboalimentado con modo overboost, y ¡ni siquiera conserva los escudos originales de Fiat! Entonces: ¿Italia? El rival tenía que ser de Alemania ¿Batalla corta? Mmmm, se nos ocurre un 911 ¿Tocado por un preparador y sin escudos originales? Pues… ¡un RUF! ¡Estaba clarísimo desde el principio!

Teníamos claro el lugar para destrozar los esquemas al Porsche Ruf. El escenario elegido era un puertecito de montaña muy cerrado, estrecho, con poca visibilidad, con paellas de casi 180º y con un tramo de casi 2 kilómetros en los que meter 3º era poco más que suicidarse. Nuestro objetivo evidentemente no era ver cómo el 911 desaparecía de los retrovisores, pero sí ver cómo seguía sin despeinarse al Abarth en un tramo medio rápido aunque poco intuitivo debido a la visibilidad, y ver como iban llegando los problemas según desaparecían las rectas y las curvas cerradas se multiplicaban.

Llegados al punto de encuentro ahí estaba el Abarth, aparcado en el acceso a la carretera sin miedo al Ruf mientras calentaban motores. Bueno, en realidad esta frase la hemos puesto porque quedaba bien porque la verdad es que había razones para tener miedo del bueno. Después de pasar por Ruf, el 911 Turbo contaba con una reprogramación de la centralita electrónica para conseguir 550cV, amortiguadores Bilstein de mayor dureza, barras estabilizadoras modificadas, llantas más ligeras, spoiler frontal del GT2, capó y techo de fibra de carbono, batería de litio especial más ligera, catalizadores menos restrictivos, Pirellis PZero Corsa… Ah, y para colmo la función de overboost ahora pasa a funcionar durante todo el tiempo que queramos, y no de manera limitada como viene de serie.

Ya era tarde. Todo este repertorio no iba a intimidar al 500, en el que seguíamos confiando para demostrar que no son todo caballos a la hora de ser rápido en tramos sinuosos o mejor dicho en este caso, tortuosos. Arrancamos con ganas de ir de menos a más, intentando esconder al Ruf la estabilidad que tiene el pequeño italiano para escaparnos en el sitio adecuado pillándolo por sorpresa. Pero algo hizo alterarnos demasiado pronto.

De camino, nos encontramos varios badenes antes de empezar nuestro recorrido. Mientras el 500 tenía que pasar por encima de ellos, pero el 911 más que pasarlos tenía que esquivarlos. Poco después del tac-tac provocado por el eje delantero y trasero del 500, el 911 tenía prácticamente q pararse, pero respondía al acelerar con ese sonido hueco de aspiración que tan bien identifica a los 911 Turbo. Hasta el mosquito más tonto sabía que no era el momento de acercarse a esas entradas de aire laterales. De nuevo estaba pegado y nosotros con las pulsaciones por las nubes.

Llegaba la hora de la verdad, y decidimos seguir nuestra estrategia. De los 30 km que nos quedaban, solo valían la pena los 8 en los que nuestras posibilidades aumentaban, no era buena idea jugar todas nuestras cartas desde el principio, pero aun así en el tramo rápido nos marcamos un buen ritmo de inicio, aunque lejos del límite. Evidentemente esto era pan comido para el 911 que nos podía seguir a ritmo de prueba de consumo record, pero pronto empezamos a aumentarlo.

Lo cierto es que ver la recuperación de cualquier distancia por parte del Ruf tras las curvas era desmoralizante. La sensación de que aquel ritmo era un simple juego para el 911 nos hizo envenenarnos rápidamente, esto no podía ser! Ya habíamos terminado la zona más recta del trayecto y de repente decidimos que había que adelantar la hora del Abarth. Aunque ahora nos esperaba una zona sin apenas rectas, las curvas eran todavía demasiado amplias y no del todo favorecedoras para el 500, pero nos sirvió para avisar a los neumáticos: llegaba lo bueno!

Antes de la subida al puerto, llegaba una zona muy dura, con frenadas fuertes seguidas de curvas suaves de radio ideal para que el Fiat acelerara al máximo sin que sus neumáticos pidieran oxígeno para traccionar, era el momento de que el Ruf empezase a sufrir. Lo cierto es que nos equivocamos de nuevo. A pesar de que en las frenadas fuertes sacamos el 100% del Abarth, llegando incluso a bloquear las ruedas traseras unas cuantas veces, esto no hizo ningún efecto. Da la casualidad de que el Ruf frenaba muchísimo mejor (uy, ni nos lo esperábamos) que el 500, ¿quizás algo tenían que ver los PCCB? ¿Quizás los semi-slicks? Para colmo en todas las frenadas buenas, el 500 Abarth avisaba sus intenciones al Ruf activando automáticamente los 4 intermitentes. Nada estaba saliendo bien.

Ahora o nunca. Ya habíamos llegado a nuestro punto de escapada. El puerto de montaña iba a ser testigo de esta gran proeza y lo empezamos con todas las ganas del mundo. Nuestra intención era emular a los pequeños Súper 2000 cuando ponen entre las cuerdas a los GT en ciertos tramos del campeonato de España de Rallyes de asfalto, con la pequeña diferencia de que la ventaja de la tracción total estaba de su parte y no de la nuestra, pero bueno, nuestra intención era buena. Queríamos que el Ruf temblara aunque la verdad es que empezamos temblando nosotros. El TTC ayudaba mucho a que los neumáticos delanteros no patinasen, haciéndonos salir de las curvas con bastante sensación de efectividad. Al actuar, el TTC provoca un efecto de traqueteo vertical que en 2 ó 3 ocasiones provocaron fuertes golpes de neumáticos al rebotar contra el asfalto en el tramo de peor asfalto. Íbamos al límite, el Ruf estaba muerto.

El 500 es un gran coche para este tipo de tramos. Es capaz de apurar las cunetas con gran precisión, permite ser agresivo con el volante para encarar las curvas, obteniendo buena comunicación de lo que están sintiendo las ruedas, y el balanceo (ausencia del mismo) hace que nunca tengas miedo de sobrepasar el límite en las enlazadas. Es de estos coches en los que si quieres ir fuerte pero no das el 100%, te transmiten a la perfección que te has quedado por debajo del límite. Parte de esta culpa se la vamos a achacar a los neumáticos. Nuestro 500 tenía unos buenos PZero Nero, que si bien agarraban perfectamente, tenían el pequeño inconveniente de no avisar bien del límite de agarre.

No nos habíamos dejado nada pero todo empezó a tener sentido, nuestros sueño se vieron cumplidos, ¡El Ruf desapareció! ¡Estaba fuera de nuestra vista! Claro que no en el sentido en el que esperábamos. Debido a la diferencia de altura (Abarth casi 1,50m y Ruf 1,30m) y a lo pegado que teníamos Ruf, casi ni se veía por los retrovisores. Sí, señores, ni en el terreno más favorecedor para el 500 Abarth era capaz de distanciarse del 911. En realidad nos habíamos dado cuenta mucho antes de llegar a nuestra carretera ya que de camino tuvimos que hacer un par de cambios de sentido y, curiosamente donde el 911 los hacía sin problemas, el 500 tenía que maniobrar. Humillado en cualquier terreno, así de simple. El Abarth no sería capaz de superar al Ruf ni en un parking. ¿Cómo iba a hacerlo en carretera?

Todas las fotos de este apasionante duelo en nuestro Flickr:

Extra lap: ¡Prometemos no hacer comparativas con diferencias de más de 400cV hasta que no tengamos un Veyron!