Un paseo por Ghana: The Underground Scene

Si habéis seguido con asiduidad este reputado blog, que espero que sí, os habréis percatado de nuestra incesante búsqueda por haceros llegar aquellas noticias que os hinchen el corazón del espíritu pasional por el automovilismo. Tal y como Senna veía a Dios en aquellas mágicas vueltas a bordo de su F1, en 8000vueltas se nos deleita el alma cuando los estímulos racing nos invaden los sentidos.

Para ello, siempre andamos ocupados en la perenne indagación de nuevas historias que transmitiros cual juglar, ya sea probando los coches más interesantes del mercado, aquellos que causaron sensación en su día o, simplemente, acercándoos relatos que consideramos de especial interés para todos nosotros.

De este modo, y gracias a mis constantes viajes, os he podido transmitir cómo son las escenas automovilísticas en sitios tan ignotos (bueno, no tanto) como Corea del Sur o los Emiratos Árabes Unidos, las mejores subastas de coches del mundo o la transcripción de tremendas charlas con personajes legendarios.

Siempre que me encuentro en un escenario nuevo, indago en las posibilidades que este me ofrece en cualquiera de sus formas, ya sea un punto de encuentro mítico entre quemados, una ruta al estilo de la federal 66 americana o, como he mencionado al principio de este párrafo, la escena local del lugar. Pero claro, eso está bien si te encuentras en Estados Unidos, Austria o algún país similar con cierto bagaje automovilístico y un PIB per cápita razonable. Pero, ¿qué pasa si ese país es Ghana?

Wikipedia dixit: “Ghana, oficialmente la República de Ghana es un país del oeste de África constituido como una república presidencialista. Limita al norte con Burkina Faso, al este con Togo, al oeste con Costa de Marfil y al sur con el golfo de Guinea.” Claro, cuando mencionamos África, nos viene de todo a la cabeza menos automóviles de altas prestaciones. Bueno, algo podríamos rascar del París-Dakar o de Kyalami, pero son eventos tan puntuales que ni cuentan.

Datos en mano, el PIB per cápita de Ghana es de solamente 2.363$ y digo “solamente” porque, a modo comparativo, en España es de 30.104$ (casi 13 veces superior). Si unimos esto a una nula tradición automovilística, nuestra esperanza de encontrar algo que calme las ansias de combustible quemado se reduce a casi cero.

Escena automovilísitica habitual en Accra, capital de Ghana

Por suerte, mi amigo Jorge de Rojas, afincado desde hace casi un lustro en dicho país, pudo presentarme a Nasib, libanés de origen, pero ghanés de facto y un auténtico apasionado de las 4 ruedas. Tras hablar brevemente con él y haberle expuesto mis intenciones de recopilar en un artículo la escena automovilística local, me informó de que justo ese día (viernes) se realizaba una gran concentración de coches en una gasolinera cercana.

Claro que la presencia de 8000vueltas fue el detonante de que aquella noche se congregasen allí no sólo los asiduos a las quedadas, sino que aquellos menos reacios a mostrar sus bólidos salieran por una vez de sus cuevas.

El sueño húmedo de cualquier ghanés que se precie, el Land Cruiser Prado (se ven más que en una montería en Almendralejo)

Debían ser las 10-11 de la noche cuando nos dejamos caer por la gasolinera JP, una gasolinera que estéticamente sacaría los colores a cualquier Repsol de nuestro país y epicentro de la “Ghana Underground Scene”. Por cierto, sí, desde el principio lo he titulado en inglés porque suena bien, suena fresco y misterioso y porque así es como me lo imaginaba en mi cabeza todo el rato. Volviendo a JP, y bajo unas luces led radiantes cual solárium del Cabo de Gata, lo que vimos allí a continuación te sorprenderá.

JP

Nada más aparcar, empezamos a recorrer con la mirada, sin poder detenernos en algo en concreto, la preciosa variedad de coches de carácter deportivo que nos rodeaban. La amalgama era tremenda: un Mercedes E63 AMG, un Mitsubishi 3000GT, Dodge Charger SRT, Audi RS3… Me alucinó ver vehículos tan distintos, pero compartiendo el factor común de la pasión por los coches especiales.

Seguías repasando rápidamente el panorama y tu mente se mantenía en un estado intermedio entre la ensoñación, la incredulidad y una felicidad embriagadora. Golf GTI, BMW 335i, Fiesta ST y otros más humildes completaban el álbum de cromos.

Allí, nuestro cicerone Nasib nos contó qué ha motivado que la gasolinera JP sea el lugar de peregrinaje de la cultura automovilística local.

Aunque lo demos por sentado, en Europa, la gasolina con la que rociamos nuestros cilindros es de bastante calidad. Por lo normal hablamos de 95 octanos, aunque podemos, los días que estamos generosos, echarle un buen chorreón de 98 o de incluso 100 octanos si nuestro surtidor en ese momento dispone de ello. Sin entrar en detalles, más octanaje implica que es posible tener una mayor relación de compresión en los cilindros y, por ende, mayor potencia de nuestro motor.

Claro que para el día a día esto apenas nos preocupa, nadie va exprimiendo su coches de calle con el motor preparado durante largos periodos de tiempo en la parte alta de la curva de potencia. Sin embargo, en un país como Ghana, con altas temperaturas, subir el grado de octanaje desde unos exiguos 91 octanos ayuda a que coches de más de 1000 cv puedan rendir correctamente. ¿Cómo? ¿Has dicho más de 1000 cv? He dicho.

Mientras paseábamos por JP, por la calle aledaña, sin iluminar, con bordillos a los lados y un asfalto con ciertos desperfectos, nuestros oídos captaban cada cierto tiempo algún coche que sonaba como las trompetas de Jericó. Normalmente era berlinas alemanas que ya de por sí erogan potencias absurdas (M4, C63 AMG, RS7…) pero que, por lo que nos contaban allí, llevaban preparaciones extremas de gente como Brabus o MTM para poder romper esa barrera mágica de los 3 dígitos y entrar en el comprometido mundo de los 4; coches de más de 1000 cv no se ven todos los días…

JP, por tanto, nace con el objetivo de importar gasolina de alta calidad, de unos 97 octanos, la cual, mezclada en ciertas ocasiones con metanol, era la encargada de otorgar a los motores dichas cifras absurdas. Huelga decir que no vimos ninguna curva de par ni potencia, pero era fácil de creer.

Nasib nos presentó a gente que trataba estos motores, habiéndose convertido estos en una especie de alquimistas modernos a los que todo el mundo les quería entregar sus coches en busca de oro potencia. La otra persona que había revolucionado en cierto modo la escena era Kofi Fiakye Annan, de Carbon Cleaning Ghana. Kofi lleva a sus espaldas numerosos años en la industria naval, trabajando con grandes motores diésel. Dicho bagaje le permitía conocer a fondo el mundo de la carbonilla, limpiarla y conseguir que los motores modernos no pusiesen pegas a la hora de entregar toda la potencia cuando el catalizador o los filtros de partículas se sienten ahogados por este componente y los testigos de fallos motor inundan tu salpicadero.

Las entrevistas a estos gurús se sucedían con una amabilidad pasmosa, la gente allí es terriblemente abierta y, como os podéis imaginar, estaban encantados de recibirnos y charlar para un medio extranjero. Departimos también con algún que otro blanco emigrado a Ghana para que nos contase sus impresiones, un par de operadores de dron que nos facilitaron material gráfico (gracias Issalinkop), y varios de los conductores que se desplazaron para tan reseñable ocasión hasta JP. Entre ellos quiero destacar a Leroy, socio de Nasib y responsable del “test ride” más aterrador que he vivido (y que viviré con total seguridad) nunca.

Leroy no solo cuenta con una colección impactante de coches, sino que es uno de los rostros más reconocidos del panorama automovilístico ghanés. Para esta ocasión trajo su flamante Dodge Charger SRT con una potencia que rondaba los 1200 cv, en el cual tuve la fatal idea de montarme. Ahora veréis por qué digo fatal…

De izda a dcha: Pedro Churruca, Leroy, yo (Carlos Soteras), Nasib y Jorge de Rojas (el español afincado allí)

Antes de subirme al trasto norteamericano, percibí en la mirada de la gente una reacción que empezaba en la sorpresa y terminaba en la admiración. Una admiración que comprendí más adelante porque esto era el equivalente a subirse en el transbordador Challenger; las cosas pueden ir o muy bien o muy mal. A los mandos Leroy, un tipo tranquilo, con ropa estándar y toques modernos; perfectamente el fenotipo que podríamos encontrar en un personaje de The Wire. Una vez dentro, nuestro conductor empezó a toquetear sutilmente los controles. Imagino que desconectó el control de tracción, puso modo motor superlativo, activó el preaviso para San Pedro y encargó unos calzoncillos de repuesto para mí.

Módulo de lanzamiento del cohete Falcon 9 propiedad de Space X

Tras salir de JP, y recorrer brevemente unos 100 metros hasta colocarnos en plena recta, al más puro estilo carrera de aceleración, Leroy comprimió el pedal del acelerador hasta su límite, lanzando el Dodge como alma que lleva el diablo. Las 2 primeras marchas son impresionantes a pesar de la masiva pérdida de tracción, pero son aún “peores” las 2 siguientes. No te cabe en la cabeza como el amasijo ese de hierros puede seguir empujando con tanta fuerza vayas en la marcha que vayas; parece una locomotora desbocada. A todo esto, el escenario no ayuda. Calles oscuras sin alumbrado, con algún coche y personas en la lejanía, bordillos amenazantes a ambos lados y con la constante impresión de que un mínimo error significaría el fin absoluto del juego. Pero lo peor estaba por llegar.

¿A qué velocidad creéis que pasamos?

Nada más alcanzar el fin de la calle (más bien la zona de intersección con la perpendicular), con el coche ya frenado, Leroy da media vuelta y encara la recta con la gasolinera JP de fondo. Allí, casi un centenar de personas se agolpaban, móvil en mano, para grabar la lanzada. Y así fue.

De nuevo pie a tabla. Primera, segunda, tercera… ya estamos a punto de llegar a la JP, pero Leroy sigue acelerando, sin visos de frenar, a pesar de que íbamos a rebasar a la marabunta a menos de 1 metro de ellos. Ya debemos ir a unos 160 km/h cuando pasamos delante de la gente cual tren «que no realiza parada en la estación” ante la algarabía y el alboroto de los allí presentes; y en vez de frenar, aunque fuese tarde, Leroy sigue dando gas hasta más allá de los 200 Km/h en una «calle» que en España no tendría ni el privilegio de denominarse como tal.

Esto es al salir; al volver mi cara era otra…

Presumo de ser un buen copiloto, pero os juro que en esta ocasión tenía el corazón desbocado: creo que jamás he presentido la muerte tan cerca. Mi cabeza iba a 1000, analizando cada una de las pequeñas variaciones que acabarían con mi vida, viéndome a mí mismo en Impacto TV y pensando: es que quién es el imbécil que se monta en ese coche de copiloto…

Por suerte todo acabó bien, volvimos a JP entre los aplausos del insensato público mientras mis amigos españoles me contaban que, literalmente, jamás habían visto un coche pasar tan rápido cerca de ellos. Tras este “test ride” vinieron otros 2 en sendos Audi RS7, uno de serie (blanco) y otro de unos 1000 cv también (el gris), aunque no fueron ni la mitad de excitantes después de haber saludado a la Parca desde el Dodge. Aun así, agradecimientos de corazón a todos los que se prestaron a darme una vuelta en sus coches.

Tocaba empezar a recoger, últimas charlas con algunos de los allí presentes, fotos, intercambio de redes sociales e emails y justo antes de irnos llegó una de las estrellas: un M5 F90 en un precioso azul Marina Bay con, por supuesto, 1300 cv. El coche no solo iba tocado de motor, sino que se le había hecho una caja de cambios ad hoc para las carreras de aceleración que allí se celebran y en las que hay una gran rivalidad entre BMW y Porsche aparentemente.

De todos modos, nos teníamos que ir, ya no había tiempo para más, pero desde luego pudimos constatar que en Ghana SÍ que hay una cierta cultura automovilística, que va creciendo y que confiemos lo siga haciendo durante mucho tiempo.

M5 atómico (más atómico aún quiero decir)

De nuevo, millones de gracias a todos los allí presentes y especialmente a Nasib, Leroy y aquellos que nos dedicasteis unas palabras. Nos volveremos a ver, pero aún no.

Gracias a todos de corazón

Fotos de Issalinkop, Lester Ohene y Carlos Soteras.

Extra Lap

Mucho ojo con KANTANKA AKOFENA, el Adrian Newey ghanés.

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4 comentarios en “Un paseo por Ghana: The Underground Scene”

  • el de siempre jodiendo

    14 de marzo de 2023 a las 20:48

    Lo siento, no me gusta el artículo. ¿Más relojes? ¿Más humo? Es brutal cuando probáis bestias o cualquier cacharro. Mi opinión.

    No obstante, muchas gracias por vuestras pruebas. Espero seguiros durante mucho tiempo, nos habéis mal-acostumbrado. Sois geniales. No cambiéis.

  • María

    14 de marzo de 2023 a las 22:05

    Me ha encantado este pormenorizado artículo de un lugar tan desconocido. Fenomenal!!!!

  • Borja

    16 de marzo de 2023 a las 03:20

    No sé exactamente como funciona la gasolina en Ghana, pero en muchos países no usan en mismo índice de octano que en Europa, por tanto puede poner gasolina 92 o 87, pero eso es prácticamente equivalente a 98 y 95 en España. Sucede bastante es USA por ejemplo, que para ellos gasolina Premium (96-98) y Regular (92-95) y luego algunas especiales de 100-102 que también se venden a un precio triple de la Premium.

  • el de siempre jodiendo

    17 de abril de 2023 a las 19:33

    OFF TOPIC
    Por favor, más publicaciones. Hace un mes que no colgáis nada. Tendréis a los de siempre jodiendo, pero os esperamos con ansia.

    Igual estoy patinando y no lo necesitáis, pero podéis hacer como km77 con una colecta o contribución.

    Yo aportaré, aunque solo sea por joder.

    Venga! esperamos ansiosos vuestras entradas! Y si no, gracias por habernos hecho disfrutar tanto y durante tanto tiempo!

    El M3 E30 con artillería pesada y la berenjena atómica no van a arrancar hasta que publiquéis otra entrada!

    Muchas gracias! Os espero pronto!

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