Visita a la fábrica de Koenigsegg, parte 3

Lee las otras partes del especial: Koenigsegg, una visita paranormal.

Hasta ese momento el día ya había merecido la pena. Tenía tan buen sabor de boca por la visita guiada a la fábrica que me hubiera vuelto muy contento de Suecia. Todo lo que viniera después podría sobrar, pero lo que faltaba no era ni más ni menos que una demostración de las prestaciones del Agera con una prueba dinámica. No íbamos a decir que no…

 La pista anexa a la fábrica es demasiado pequeña para lo que vamos a hacer. Nos desplazamos hasta una pista de despegue aún más amplia, de 1600 metros, en la que el Agera R puede alcanzar 335km/h. Una vez allí, el escenario trasmite miedo.

  Es por esto: 

 Y por esto: 

Contrariamente a lo que pudieras pensar, las granjas que rodean esta pista no rechistan por las pruebas que hace Koenigsegg, Christian nos asegura que están contentas porque ya no despegan y aterrizan los cazas. Para entonces nos damos cuenta de que no hay ningún Agera esperándonos; bueno, sí que lo está, camuflado en uno de los mini-hangares que están mimetizados con el medio ambiente.

Cuando llega el coche, Christian nos hace una presentación de lo que vamos a experimentar, junto al piloto de pruebas de Koenigsegg. Aceleraremos a fondo para llegar a los 250km/h sintiendo la máxima aceleración del Agera. La unidad en cuestión es el Agera más básico, 960 cV, 1100 Nm y un “equivalente de 3000 cV en los frenos”. En una mención a especial al organizador de la visita, MICHELIN, Christian nos comenta que los neumáticos no están nuevos pero todavía están frescos, lo suficiente como para experimentar 1,4 G’s de aceleración lateral.

Normalmente en las pruebas que realizamos tenemos que condensar todas nuestras impresiones a los mandos de un coche durante una buena cantidad de kilómetros, pero hoy las condiciones eran muy distintas: la prueba duró 1:30 y era copilotada, pero fue suficiente como para dejar huella. Esta vez lo que os vamos a contar dura más que lo que vivimos.

Tenía que estar muy atento, porque posiblemente nunca volveré a montarme en ningún coche de calle tan rápido. Me espera una aceleración al máximo hasta 250 km/h, seguido de una frenada a fondo, una esquiva a 90 km/h y una serie de curvas a 160 km/h para sentir los 1,4 G’s de aceleración lateral. Intentemos explicar qué se siente…

El cielo no está despejado y, a pesar de que hace buena temperatura, un ligero viento nos está acercando unas nubes con muy mala pinta, de hecho caen unas gotas de agua antes de subirnos al coche. Lo único que rompe la tremenda tranquilidad del ambiente es el viento y el ronroneo del V8 biturbo, que, a pesar de la ligera lluvia, va a hacer que se sigan pintando rayas negras sobre el asfalto. No somos los primeros en subirnos al coche y observamos cómo el Agera sale disparado a ritmo de récord Guinness. Su sonido es muy peculiar: ronco, bruto, rudo… en definitiva, poco refinado, pero sin duda suena a POTENCIA. No sé si encontraréis similitud con el sonido de algún otro coche, pero yo no la encontré. Lo mejor es que lo escuchéis:

La secuencia es: 1ª a fondo a partir de medio régimen, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª y freno enseguida. Pero ¿qué es lo que ocurre al observarlo desde fuera? En la lejanía vemos los leds de las luces de freno del Agera encenderse (gráfica en verde), pero al motor sigue acelerando durante, ojo, unos 1,6 cronometrados y eternos segundos más (gráfica en azul). Es la consecuencia de la distancia y de la diferencia entre la velocidad de la luz (300.000.000 m/s) y del sonido (343 m/s), pero no lo había experimentado tan claramente con un coche. ¿Cómo puede alejarse tanto el Agera en tan poco tiempo? Intentemos explicar toda la experiencia con unas gráficas al estilo 8000vueltas. Señoras y señores, esto fue lo que vivimos:

Ahora sí, nos subimos al coche, y el propio Christian von Koenigsegg nos ayuda a apretar los arneses y el piloto de pruebas nos pregunta si estamos preparados. Ni siquiera un loco diría que no en estos momentos. El Agera R es tremendamente ancho y las puertas, con su sistema de apertura de hélice sincrónica diedral, quedan muy lejos, y eso es porque dentro estás tremendamente centrado.

 

 Ya sabemos que la aceleración no será a fondo desde 0 km/h, solo lo será a partir de aproximadamente unos 30km/h. Puede que esto sea bueno para la transmisión (el Agera R dispone de launch control), pero es horrible para los neumáticos. Son 1000 Nm a partir de las 2700 vueltas y 1100 NM a 4000 vueltas. En 1ª avanzamos lenta y progresivamente hasta unos 30 km/h, momento en el que el probador de Koenigsegg acelera a fondo. El empuje del Agera R es brutal, los neumáticos patinan sin remedio durante menos de un segundo, que es lo que el probador aguanta hasta cambiar de marcha, pero en contra de lo que te puedas esperar, no impresiona tantísimo. En esta marcha no acelera más que un 911 Turbo o un Nissan GT-R, por lo que si esperas claramente más aceleración te vas a llevar un chasco; pero es que la 2ª parece una prolongación de la primera, como si tan solo fuera una interrupción de empuje, y es ahí cuando comienza a diferenciarse de cualquier coche al que nos hayamos subido.

 

El volante se mueve ligeramente, se nota que los neumáticos MICHELIN del Agera van al límite. Pero, ¡bendito límite! Cuando parece que la tormenta va a acabar al cambiar a 3ª, la aceleración prácticamente se mantiene, son 0,8 G’s de aceleración e inevitablemente te empieza a entrar en el cuerpo una sensación de vértigo. Esto sí que no nos lo esperábamos. Sólo es a partir de 4ª cuando la aceleración deja de ser extraterrestre pero aun así la manera en la que la velocidad sigue subiendo es desconcertante; acelera en 4ª como un Porsche 997 GT2 en 2ª, pero es el único momento en que miramos a los bordes de la pista para notar mejor a qué velocidad vamos. ¡En menos de 8 segundos de aceleración pura estamos por encima de 200km/h!

Sabemos que en 5ª pronto frenaremos, pero de momento el piloto sigue acelerando unos 2 segundos más. Normalmente la aceleración de un coche en 5ª no sorprende pero los más de 0,4 G’s que es capaz de ofrecer el Agera R en esta marcha es equivalente a la aceleración que ofrece el Renault Megane RenaultSport Trophy a régimen de potencia máxima en 2º. ¡Wau! Cuando llegamos a 260km/h, sufrimos un cambio de más de 1,6 G’s, ya que el Agera decelera con una media de 1,25 G’s, y lo hacemos hasta bajar a 70km/h. El piloto suelta el volante durante toda la frenada para demostrar la perfecta alineación del Agera. El volante apenas gira 5º hacia izquierda y derecha y el coche sigue su trayectoria rectilínea. Tras 16 segundos de aceleración pura y frenada al máximo, es el momento de coger aire. El Agera se ha alejado unos 730 m hasta dejar de frenar. Cuando dejó de acelerar, vimos que estaba a unos 550 m; pero cuando dejamos de escuchar el motor, en realidad ya no estaba a 260 km/h, sino que en realidad ahí lejos ya había decelerado hasta menos de 190 km/h. Sin palabras.

Seguidamente realizamos la esquiva a 90 km/h, con un giro y retorno del volante tremendamente brusco. No existe balanceo de la carrocería ni espantada de la zaga, lo que demuestra la dureza de los muelles y la sintonía entre eje delantero y trasero. No nos queda mucha pista y damos la vuelta en el menor espacio posible a modo de demostración de radio de giro y volvemos haciendo giros rápidos a 160 km/h, llegando a 1,4 G’s de aceleración lateral, al límite del agarre de los neumáticos.

Este coche es el primer Koenigsegg Agera construido y ya tiene 75.000 km. Viendo la tortura de pruebas a las que está sometido, cada vez que lo usan hay que quitarse el sombrero ante lo entero que parece el coche. Ningún detalle de acabado al que ponerle un pero, lo único a resaltar es que en ese giro a tope de dirección se escucha algún chasquido metálico cerca del tope de dirección, pero ¿el coche necesita estar insonorizado? El piloto también tiene que elevar el tono un poquito más de lo normal incluso a baja velocidad, pero estamos es que estamos dentro de un supercar.

Ya de regreso en sus instalaciones, intentamos quedarnos con la última imagen de la fábrica de Koenigsegg. En una estantería nos encontramos unos soportes de suspensión y retrovisores de carbono sueltos, debajo de la escalera que nos lleva al segundo piso donde vamos a comer nos encontramos una prototipo de cola de escape en aluminio y un alerón en pruebas, la mujer de Christian nos hace la visita guiada, el piloto de pruebas nos pone los cafés al gusto. Salvo la bocina que marca el fin del almuerzo de los trabajadores, todo parece singular en la fábrica de Koenigsegg. Bueno, ahora casi todo lo hacen máquinas, o sea que tampoco…

Koenigsegg ha sido toda una sorpresa.

Extra lap

La gran mayoría de marcas del asfalto de la pista de despegue no son del Agera. Nuestro próximo viaje a Ängelholm será para ver qué pasa allí los fines de semana…

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6 comentarios en “Visita a la fábrica de Koenigsegg, parte 3”

  • Una visita paranormal – 8000vueltas.com

    20 de noviembre de 2012 a las 13:40

    […] Parte 3 Visita a la fábrica de Koenigsegg, parte 3 […]

  • Xule

    20 de noviembre de 2012 a las 16:46

    Me encanta como relatáis las pruebas, en algún momento me ha parecido estar en la pista viendo el coche y escuchándolo.
    Por cierto, un detallazo lo de las gráficas!!!

    Qué grandes sois, c*ñ*!!!!!!!

  • Jose

    20 de noviembre de 2012 a las 18:31

    Impresionante el Agera. Desde siempre he considerado a los Koenigsegg como coches con un algo especial dentro del panorama de los superdeportivos, y estos artículos no han hecho más que reforzar ese sentimiento. Me encanta esa combinación de brutalidad mecánica y atención al mínimo detalle, pero sin caer en barroquismos.

    Es la primera vez comento, pero sabed que aquí tenéis un lector asiduo que no deja pasar un solo día sin visitaros. ¡Seguid así!

  • JulianF

    20 de noviembre de 2012 a las 18:45

    IM-PRE-SIO-NAN-TE. Nosé porqué motivo siempre vi esta marca con tanta indiferencia, al ser argentino siempre le tuve más aprecio a Pagani, y toda su manufactura casi artesanal… pero esto fue espectacular! Nunca voy a volver a ver a Koenigsegg de la misma forma

  • Angel Martín

    21 de noviembre de 2012 a las 15:40

    Fantástica redacción, como dice Xule, me he sentido como si hubiera ido a la fábrica de Ängelholm. El Agera es una máquina espectacular, y se ha convertido en el metafórico símbolo de un definitivo puñetazo sobre la mesa otorgado por una marca, que ausente de reparo alguno; se bautizado como un referente en el mundo de los superdeportivos.

    Me reitero, sublime post. Un saludo.

  • Richie Turla

    22 de noviembre de 2012 a las 12:40

    El problema de Koenigsegg es el desconocimiento que existe sobre la marca y sus modelos. La mayoría de la gente, incluyendo mucho de los que tienen poder adquisitivo para comprarlo, lo ven -como bien estáis describiendo- como algo de otro mundo. Algo raro y desconocido, quizá porque su marketing no esté siendo tan efectivo como el de otros hypercars (lease Pagani).

    Pero este coche sorprende a todo el que lo ve en directo y resulta mucho más convincente de lo esperado a priori de un fabricante artesanal. La primera vez que me subí en uno (un CCX de los primeros) me sorprendió gratamente, a pesar de su barroco interior. La visita a la fábrica es algo reservado para muy pocos afortunados, afortunadamente vosotros lo estáis contando.

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